Una Europa fuerte con Estados miembros fuertes

Enikö Györi, Embajadora de Hungría, interviene en el Ciclo de Política Internacional del Foro Mayor San Pablo

Köszöntjük a Szent Pál Kollégiumban. Bienvenida al Foro Mayor San Pablo. Con estas palabras recibimos a Enikö Györi, actual Embajadora de Hungría, en cuya dilatada vida pública ha desarrollado una amplia trayectoria en la Asamblea Nacional de Hungría, la Comisión Europea, el Consejo de Europa, en el servicio diplomático húngaro (Embajadora en Roma) y en el Gobierno de país (Secretaria de Estado para la Unión Europea).

Tras visitar las instalaciones del Colegio Mayor, Andrés Contreras como Presidente del Foro Mayor y David Rojo como coordinador del Ciclo sobre Política Internacional, brindaron a la invitada unas palabras de salutación. Vajk Farkas -Primer Secretario de la Embajada, para Asuntos Políticos Consulares y de Prensa- y Allan Tatham acompañaron a la señora Györi, la cual, siendo una gran conocedora de la Unión Europea, desarrolló una brillante ponencia inicial bajo el título de “Una Europa fuerte con estados miembros fuertes”.

“¿Es Hungría un país escéptico ante la Unión Europea? Este año se cumple el sexagésimo aniversario de la firma del Tratado de Roma y es el momento de hacer balance. Europa se construye hablando, no imponiendo y un Colegio Mayor, como el San Pablo, es un lugar ideal para un diálogo libre. Hungría es una democracia joven cuyo espíritu fundacional surgió en un lugar como este y, de hecho, nuestro actual Primer Ministro -Viktor Orbán- también pasó por un colegio mayor.

Hoy la Unión Europea cuenta con veintiocho miembros, que pronto serán veintisiete. Desde su fundación hemos podido disfrutar de un periodo de paz, prosperidad y convergencia notables. Además, a grandes rasgos, compartimos unos mismos valores, pertenecemos a una cierta comunidad política y tendemos hacia una armonización jurídica. En gran parte es justo decir que la Unión Europea es un éxito colectivo.

Mi país, Hungría, es miembro desde 2004 y en cierta medida se puede decir que hemos olvidado menos nuestro pasado y por ello apreciamos mucho la libertad. Mi generación nació en el comunismo y me siento muy afortunada por ello, por haber podido vivir esa parte de nuestra historia. Nosotros no conocimos la fase más dura y en aquellos años, si no se cuestionaba el sistema, se podía vivir bien. Sin embargo, recuerdo perfectamente como el día de la Fiesta Nacional de Hungría, si se retiraban las banderas rojas de los monumentos, podías tener problemas. Esto ejemplifica muy bien porqué apreciamos nuestra libertad, lo cual en absoluto equivale a euroescepticismo; de hecho, si miramos las encuestas, este es mayor en los países occidentales.

No obstante, sería ciertamente ingenuo negar que la Unión Europea tiene problemas. Tenemos que hacer las cosas mejor. En primer lugar me gustaría señalar la crisis de seguridad. Hoy ha vuelto el sentimiento del miedo, fundamentalmente por el terrorismo, además, en nuestra periferia, hay graves conflictos en Ucrania y Siria. En segundo lugar situaría la cuestión migratoria, sobre la que no hemos podido llegar a un acuerdo. Asimismo, está la crisis económica con sus problemas de deuda, paro… Y a todo ello podemos sumar una cierta falta de valores y la creciente brecha que se está abriendo entre el ciudadano medio y la élite. Hay partidos extremistas en auge, no todos están contentos con cómo se están afrontando los problemas y la mejor prueba de ello es el Brexit, evidencia patente de la falta de confianza en el proyecto colectivo.

Ahora centrémonos en Hungría. Mi país ha vivido veintisiete años en democracia a lo largo de los cuales se han alternado en el poder las opciones de izquierda y derecha. Hoy gobierna el partido Fidesz con una amplia mayoría la cual -lo entendemos así- le obliga a tomar medidas tras una crisis política que ha desembocado en el cambio de la Constitución, que llevaba en vigor desde 1990. Con Bruselas partíamos de una situación de déficit económico excesivo, el cual había que cumplir, pero nosotros decidimos cómo hacerlo y hoy, en líneas generales, está controlado con una tasa de crecimiento del 2-3 %, un paro por debajo del 4 % y un nivel de vida al alza.

Sin embargo, más allá de estos datos macroeconómicos, hemos tenido además que enfrentarnos a un problema excepcional, la crisis migratoria de 2015, cuyos picos de llegadas fueron de 10.000 personas por día. Esto no se podía dominar y, conviene recordar, el Tratado de Schengen no significa dejar entrar sin control. Por ello decidimos reforzar los pasos fronterizos y los permisos de asilo. Desgraciadamente, todo ello estuvo envuelto en cierta hipocresía y nos causó tiranteces internacionales.

En este punto cabe preguntarse, ¿aceptamos lo que dice Bruselas o hablamos? Nuestra posición es que debemos discutir nuestro futuro juntos, respetando la soberanía de cada uno de los Estados miembros. Por ejemplo, nosotros ante el problema demográfico hemos decidido implementar las políticas familiares en vez de favorecer la inmigración. Quienes quieren más inmigración, en cierto sentido, pretenden desplazar del centro político a la nación de tal modo que sean los ciudadanos los principales sujetos políticos. Esto sé muy bien que no es políticamente correcto pero nosotros creemos en un patriotismo positivo, en sentirnos a un tiempo orgullosos como húngaros y como europeos, no en una homogeneización forzosa basada en políticas que en muchos casos no quieren ni los gobiernos ni los ciudadanos”.

Abierto el coloquio, y expresándose siempre en un perfecto español, la señora Györi respondió con gran franqueza a todas las preguntas de los asistentes. Interpelada por las raíces cristianas de Europa, la Embajadora recordó las palabras de Robert Schuman afirmando que “Europa será cristiana o no será. Ha habido bastante debate al respecto y no deja de ser llamativo que fueron Francia y Holanda quienes se opusieron con más firmeza a esta declaración. Sin cristianismo no se entiende Europa y es verdad que en Hungría hemos incluido en nuestra constitución algunos aspectos en contra del main stream, por ejemplo en lo relativo a las parejas de hecho o en la defensa de la vida… quizá esta sensibilidad se deba a la ausencia de un Mayo del 68”.

Continuando con el hilo conductor de la noche, David Rojo intervino con una reflexión sobre el progresismo y la distinta percepción de los polos izquierda y derecha en el espacio de Europa Central y del Este. La señora Embajadora señaló que “esta es una cuestión muy compleja, que en muchos casos se desdibuja. En Hungría el gobierno de Fidesz -conservador- está aplicando cargas impositivas altas a las rentas más elevadas, algo típicamente de izquierdas, mientras que apuesta por un mercado laboral flexible, algo que sin duda está dando sus frutos pues tenemos una tasa de paro por debajo del 4 %. Ser progresista equivale a ser de izquierdas solo por una cuestión de imposición ideológica en el marco de un modelo de pensamiento único, justamente el que ha impuesto la izquierda”.

Pablo Fernández-Canedo reorientó el coloquio retomando el tema de la seguridad. Aquí la señora Györi expuso como “la OTAN, aun pudiendo, no resuelve este tema por una mera cuestión de indecisión, si bien tampoco la propia Unión Europea se está mostrando proactiva. Hay que demostrar fuerza y esto lo está haciendo Rusia, con quien, dejando otras cuestiones al margen, es necesario contar para hacer frente a la amenaza que supone el Estado Islámico”.

Por otro lado Pascual Cervera, Vicepresidente del Foro Mayor, se pronunció en relación a la diversidad europea sugiriendo que en aras de una mayor integración quizá fueran necesarias más políticas de homogeneización. A este particular la Embajadora defendió que “mayor diversidad puede significar también mayor integración y competitividad, pues cada país miembro es quien mejor conoce a sus ciudadanos y sus necesidades y en esto se basa también la integración y la formación de vínculos”.

Por su parte, Vicente Pérez-Paya, paulino de la primera promoción, felicitó a la Embajadora por la claridad de su exposición preguntándole por su opinión al respecto de la pluralidad de medios en Hungría en referencia a un reciente artículo de Timothy Galton. La Embajadora manifestó que “esto es un ejemplo de desinformación, sobre todo teniendo en cuenta la fuerza que hoy en día tienen las redes sociales e internet. La prensa en Hungría es libre y la ley de comunicación que ha aprobado el Gobierno respeta estos presupuestos, habiendo sido también discutida -y aceptada- en la Comisión Europea y el Consejo de Europa”.

En relación a la cuestión de los populismos y el euro-escepticismo, Álvaro de Simón planteó si la adhesión de los país del Centro y Este de Europa en los años 2004 y 2007 no podría relacionarse con el aumento de estos fenómenos en varios países de Occidente dada la consiguiente redistribución de los fondos FEDER. Razonadamente, nuestra invitada expuso que “para ser esto verdad, la aparición de estos dos fenómenos debería de haber ocurrido antes en el tiempo, no durante los años de la crisis económica. Esta es la que principalmente ha dado alas al euro-escepticismo, del cual la más triste consecuencia es el Brexit. Asimismo no se debe olvidar la presión migratoria, la cual correlaciona directamente con el mapa electoral del Frente Nacional francés. El populismo es una solución barata, prometer sin fundamento, y se debe combatir gobernando bien y defendiendo lo que se hace”.

Cerrando el turno de intervenciones Cristóbal Rodríguez se refirió a un punto central de la agenda política de Unión Europea, la Europa de dos velocidades y el peso de los países centrales en la toma de decisiones. La señora Györi apuntó que “más que un discurso teórico, hoy la Europa de varias velocidades es ya una realidad, si bien yo no creo que debamos ir hacia el escenario en el que un núcleo duro comience a tomar todas las decisiones. El marco que ofrece el Tratado de Lisboa y su legislación secundaria está funcionando bastante bien y en él hay flexibilidad”.

Tras una intensa velada y brindando con una copa de excelente Tokaji de Hungría, el Presidente del Foro Mayor agradeció a la Embajadora Györi su tiempo y simpatía.