Luis Castilla, CEO de Infraestructuras de ACCIONA desde 2014, ha fallecido este viernes tras una rápida enfermedad. Nacido en Burgos, era Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Madrid, con más de treinta y ocho años de experiencia en el sector de la construcción e infraestructuras civiles e industriales. Era un auténtico referente en España en este ámbito. Con su muerte no solo se nos va un experto dinámico, alegre y buen compañero, sino una gran persona.
El ingeniero burgalés Luis Castilla Camara ha fallecido este 24 de noviembre, a los 63 años, víctima de una rápida enfermedad que le fue detectada hace apenas veinte días. Su dilatada carrera en España, en el sector de la construcción e infraestructuras civiles e industriales, hizo que en enero de 2014 pasara ser nombrado CEO de Infraestructuras de Acciona, el holding propiedad de la conocida familia Entrecanales. Un cargo donde ha permanecido hasta su muerte.
Luis Castilla, con más de 38 años de experiencia como ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Madrid, ya había estado antes en la dirección de otras grandes empresas españolas como FCC, junto al recordado ejecutivo Rafael Montes, o también en Prydesa. En todas ellas, consiguió convertirse en un bastión fundamental. Luis era un gran experto, fundamentalmente en el ámbito de las aguas, donde se convirtió en leyenda e historia de la ingenieria española. Con su muerte se nos ha ido un referente en el sector de las infraestructuras, un experto dinámico, alegre y buen compañero, pero, sobre todo, una magnífica persona.
Siempre lo he dicho, y me reitero, lo más duro para un periodista es ponerse a escribir ante un ordenador, una máquina electrónica tan fría, tan distante e inexpresiva, cuando acabas de recibir la noticia de que ha muerto un gran amigo. Es muy cruel. El hecho de enterarme del fallecimiento de una persona que vivió junto a mí todos los años universitarios en Madrid, en el Colegio Mayor de San Pablo, me llena de tristeza. Recuerdas y pasas revista a toda una vida y los sentimientos afloran…sin tu quererlo.
Sentimientos que te llevan a recordar todo lo recorrido y, en mi caso, a momentos también de mi vida donde Luis Castilla estuvo sin fisuras junto al que hoy es director de elcierredigital.com, un periódico que él siempre defendió en lo que pudo y le dejaron. Hoy, querido Luis, me toca a mí despedirte como te mereces. Es solo un pequeño homenaje póstumo a tu figura, un burgalés que luchaste por la libertad de información y expresión en España. Por hacernos cada día más grandes en todos los conceptos, sectores y cimientos de nuestra existencia.
Luis Castilla, en una de sus últimas cenas junto a amigos.
Luis había nacido en Burgos en 1960, justo al inicio en esa década de los sesenta, la de ‘los chipirifáuticos’, donde nos criamos y formamos muchos de los españoles que hoy ya estamos en los últimos momentos de nuestra carrera profesional, pero quiza los más bonitos por nuestra experiencia vital. Por aquellos años, no teníamos teléfonos móviles, pero poseíamos un baúl repleto de ilusiones y queríamos ser los mejores junto al Capitán Tan y Valentina. Luis nació en el barrio de los Pisones de la capital burgalesa. Estudió en el Colegio de los Maristas y quiso ser Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Por ello se marchó hacia Madrid con esa maleta cargada de sueños y esperanzas. Se matriculó en la Universidad Politécnica de Madrid. Y ubicó ‘su domicilio’ en el Colegio Mayor de San Pablo de la capital de España.
Y allí coincidimos. Allí nos conocimos. Y allí nos hicimos amigos. Luis vivía en el pasillo del segundo pares, con el grupo de ‘los de Burgos’ ( los hermanos Javier y Nacho Lázaro, Iñaki Herrera o Antonio Cameno). Ese Mayor de San Pablo fue en aquellos de la Transición española un referente de amistad verdadera, de independencia respetada, en una España que acaba de salir de la dictadura del franquismo y que solo anhelaba poros de libertad, de confraternización.
Éramos unos jóvenes sin acritud que luchábamos por ser libres, donde todos nos ayudábamos, donde se respetaba cualquier ideología política democrática por contraria que fuera a la tuya. Era simplemente, la libertad y el respeto llevado al grado más absoluto. Y Luis era uno de esos jóvenes. Por entonces, en todos los colegios mayores se nos bautizaba a todos los colegiales con un ápodo… y a Luis se le puso «El yuyu», quiza por su gran y ‘orenda’ figura.
Luis era un gran aficionado a la musica, tocaba el acordeón como nadie. Me cuenta mi también gran amigo Carlos Roldán, compañero sinigual de aquellos años, que un día fueron a tocar al San Pablo el conocido por entonces conjunto musical de Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina, aquellos que cantaban ‘Son tus perjúmenes mujer’ o ‘Clodomiro’, y entonces Luis les dejó su acordeón, que era para él como una reliquia intocable que nunca dejaba. «Y fíjate -me recuerda Carlos- que al acabar el concierto se llevaron su acordeón los de Palacagüina, quizá en un descuido… pero aquello para Luis fue un schock…menos mal que con el paso de los dias se lo devolvieron».
Luis Castilla en sus tiempos como estudiante universitario del Colegio Mayor de San Pablo de Madrid.
Tras acabar la carrera en 1984 se casó. Lo hizo con Charo, la mujer de su vida. Su novia, a la que conocíamos todos los colegiales del San Pablo. Por aquellos años en los colegios mayores los noviazgos eran una cuestión primordial para todos. En su matrimonio con Charo tuvo dos hijas, por las que se desvivía. Ahora le había llegado otra ilusión: el nacimiento de su nieto.
Desgraciadamente, su muerte repentina ha cercenado todas sus previsiones. Su jubilación, su retiro en una casa de Asturias, su regreso a su Burgos natal. Allí acudía con bastante frecuencia ya que en esta ciudad vivieron sus padres y «mi suegra». También se juntaba con los amigos de la infancia, con los que creó hace ya tiempo el grupo ciclista denominado «A las 9 en la tapia», ya que cada fin de semana que podían quedan a las nueve de la mañana en un muro del Colegio de los Jesuitas de Burgos para realizar una ruta ciclista.
Un experto en el sector del Agua
Creo sinceramente que volcar en un texto los recuerdos y sensaciones de un ser querido y apreciado, que se ha ido de nuestras vidas de una manera tan rápida, recompone el espíritu. Te permite secar las sinceras lágrimas volcadas y te da una tranquilidad interna necesaria antes de volver a llorar su pérdida.
Escribir sobre la figura del ingeniero Luis Castilla Camara es hablar, hasta ahora su muerte, del CEO de Acciona Infraestructuras, con más de 38 años de experiencia en el sector de la construcción y operación de infraestructuras civiles e industriales. Su experiencia profesional se inició en 1984, tras acabar la carrera, ocupando diversos puestos en la compañía Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) hasta el año 2001, en posiciones como Jefe de Departamento de Supervisión de Proyectos de Construcción.
En el periodo de 2002-2006, Luis Castilla ocupó el cargo de Consejero Delegado de la firma Pridesa, comprada por Acciona en 2006. Inició así su andadura en en el Grupo Acciona como Director General de Acciona Agua y en 2010 ya fue nombrado presidente de ese mismo departamento. Un cargo que ocupó hasta enero de 2014 cuando fue designado CEO de Acciona Infraestructuras, Agua y Servicios.
Tras su muerte, el presidente de Acciona, José Manuel Entrecanales Domecq, ha redactado este comunicado que elcierredigital.com ofrece por su afecto y cercanía hacia la figura de Luis Castilla:
Comunicado del presidente de Acciona José Manuel Entrecanales tras la muerte de Luis Castilla.
No había duda alguna que Luis Castilla era un gran experto en el sector del agua. Pero, sobre todo, se nos ha ido, para quiénes le hemos conocido, una magnífica persona, íntegra, recta y fiel en la amistad. Su vida era principalmente su familia, su mujer Charo (por la que sentía pasión y hacia ella fueron sus últimas palabras en vida), sus dos hijas, su nieto….o sus grandes amigos. Ahora todos ellos, al igual que los que le apreciábamos, lloramos su ausencia.
Querido Luis, ya no te podré ver más presencialmente en la cena anual del 31 de julio que organizaba mi hermano Nacho para cerrar el ejercicio profesional y dar el pistoletazo de salida a las vacaiones estivales que tu siempre anhelabas para irte fuera de España con la familia o marchar a «tu terruca». Pero ya no será así. Ni este año ni en los próximos. Tu muerte nos lo impide. Pero te aseguro que siempre te tendremos presente, porque tu recuerdo perdurará imborrable.
Solo despedirte y darte las gracias por todo lo que has hecho en vida para agrandarnos como personas, tu entereza personal que has demostrado hasta en tu muerte, con tus valores sólidos creyentes y, sobre todo, por hacernos entender al prójimo y respetar la libertad que tú tanto querías y apoyaste. Descansa en paz, Amigo.