ENCUENTROS PAULINOS

Entrevista con Marcelino Oreja Arburúa

Consejero Delegado de Enagás desde septiembre de 2012. Consejero de MIBGAS. Patrono de la Fundación Thyssen-Bornemisza. Patrono de la Fundación Transforma España. Ingeniero Industrial por la Escuela Técnica Superior de Ingeniería –ICAI, de la Universidad Pontificia de Comillas. Agente de la Propiedad Industrial.

“El San Pablo marca un perfil, por la educación, por los valores que se transmiten, por las oportunidades culturales que ofrece, por la red paulina que teje"

Por Aitor y Xabier Errasti Martínez de Antoñana

Es este un encuentro que se nos ha ido resistiendo, durante meses todas las circunstancias se concitaban para impedirlo o retrasarlo. Desde el primer contacto palpamos la disposición de Marcelino para propiciar esta conversación, pero tropezábamos con la agenda y los viajes de un Consejero Delegado y se iba posponiendo. Cuando por fin su agenda lo permite, es Xabier el que no puede asistir, está en Nueva York, por motivos laborales, pero no es posible retrasarlo más, así que preparamos la entrevista juntos y en la distancia, y juntos y a distancia seguimos en la redacción. La tecnología supera sin dificultad los 5.700 km. que nos separan y nos permite intercambiar sin dificultad textos, ideas e impresiones.

Ahora bien, eso no impide que me enfrente solo al reto de este encuentro, me impone la soledad, la persona, su trayectoria y su curriculum. Sólo me tranquiliza el marco del encuentro, nos vamos a ver en nuestro querido Colegio Mayor, ya tenemos un lugar común y aquí me siento arropado y en casa.

Pero la cita se sigue resistiendo, en el último momento, y cuando yo ya estoy en el Colegio, Marcelino me comunica sus dificultades para llegar. Fatalidad, hay huelga de taxis, y yo, que le imaginaba llegando con chófer, siento una especie de alivio contrariado. Una sensación agridulce de contrariedad y de alivio que dura muy poco porque, sin saber cómo lo ha hecho, ha conseguido lo imposible, y enseguida estoy ante una persona amable, cercana y de fácil conversación.

Cenamos en el comedor de invitados del Colegio, ambos tenemos gratos recuerdos de esta estancia, en la que hemos asistido a cenas memorables. Por aquí han pasado, y lo siguen haciendo, personas muy ilustres, compartiendo su experiencia, confidencias, sabiduría y buen hacer. 

Y, como no podía ser de otra forma, iniciamos el encuentro compartiendo cada uno recuerdos y emociones vividas en este marco. Pronto descubrimos que tenemos conocidos comunes y que, sobre este tema, hablamos el mismo idioma. Así rememora ilusionado los recuerdos que le vienen a la mente:

El San Pablo genera vínculos mucho más potentes de los que se pueden imaginar. A mí nada me ha marcado tanto como el San Pablo, y sólo estuve aquí dos años. Mis padres vivían fuera, yo quería estudiar en Madrid y vine al Colegio, pero a su vuelta, y después de mucha pelea, me tuve que ir a vivir a casa de mis padres. Tan intensamente viví en el San Pablo durante esos dos años que me concedieron la insignia colegial. Recientemente hemos celebrado el 30 aniversario de nuestra promoción.

Con los compañeros del Colegio Mayor surge una relación muy especial. Mis mejores amigos son del San Pablo, es algo que los que no lo han vivido no pueden entender. El Colegio nos marca, nos permite una convivencia intensa. No solamente hay reglas, principios y educación, también encuentras caracteres homogéneos y muy dispares. De todos aprendes, compartes experiencias, confidencias. Hay algunos de los que no te separarás nunca.

Yo estudié en ICAI, pero mi formación viene del San Pablo. Me encantaría que mis hijos vivieran también esta experiencia y puedan estudiar aquí. Es ofrecerles una gran oportunidad.

Algunos amigos míos se plantean que sus hijos estudien fuera de España y no es una opción que me convenza. La época universitaria asienta los valores y las amistades, y si estudias la carrera fuera es difícil mantener este arraigo. El San Pablo marca un perfil, por la educación, por los valores que se transmiten, por las oportunidades culturales que ofrece, por la red paulina que teje. Y eso genera una seguridad y una confianza difícil de encontrar en otros entornos. La vinculación con el San Pablo es muy especial. Si a mí me llama alguien y se identifica como paulino, ya sé que tenemos algo en común y le atiendo gustoso.

Mi padre fue colegial de la segunda promoción durante un año. A través de mi abuelo, que había sido fundador de la ACdP y colaborador del Cardenal Herrera Oria, siempre mantuvo una gran vinculación con la institución. Él no me habló demasiado de su experiencia en el San Pablo, pero se ocupó de que viviera aquí. Yo inicialmente puse resistencias, vivíamos en Francia y había estudiado COU en un colegio público laico, de corte liberal. Vine a Madrid a estudiar en ICAI y en el San Pablo, con el gran cambio que esto suponía, pero tenía que recuperar mi español y mis raíces, y tenía claro que quería estudiar en Madrid. Tuve la fortuna de poder hacerlo en este Colegio Mayor, con unos valores católicos, de respeto, de tolerancia, de solidaridad y de amor por la cultura y el conocimiento.

Ahora estoy recordando, con particular emoción, cenas con personas muy interesantes en este mismo salón, en el que todo sigue igual. Aquí asistí a cenas interesantísimas. Estuvo, por ejemplo, Mario Conde en su momento de esplendor.

Una situación delicada en la organización de estas cenas la vivimos en el 87, cuando se organizó la participación de Txema Montero, abogado de presos de ETA, para que nos explicara su perspectiva. Los colegiales estábamos divididos, para unos era interesante conocer su visión, otros consideraban que era innecesaria, ya se tenía constancia de ella. Por aquellas fechas hubo un atentado cerca del Colegio, en el que murió un niño al dar una patada a un paquete que había en la calle, lo que hizo que los ánimos se alteraran y la cena finalmente no se produjo. Fueron años muy duros.

Ya en los primeros minutos del encuentro percibo la cercanía que nos genera haber vivido en esta atalaya. Hemos sido colegiales en momentos muy diferentes, con dos décadas de distancia entre una estancia y otra y, tras esta conversación, ya no me parecen tantos años. Hemos experimentado idénticas sensaciones hacia la amistad que aquí se propicia, hacia el deseo de saber, de cultivarnos. Hacia la importancia del respeto, del compañerismo, de la solidaridad, y se palpa en nuestra conversación. Tengo la sensación de que Marcelino convive día a día con el sentido paulino que rige sus decisiones y elecciones, lo tiene presente en todo lo que hace, y hace alarde de ello. Me siento identificado con este espíritu, siempre temo que con el tiempo se irá diluyendo con otras experiencias vitales, pero percibir su entusiasmo alimenta la esperanza que Xabier y yo tenemos de intentar cultivar y extender esta identidad paulina, y a ello queremos que contribuyan estos encuentros.

Pienso en la variada y rica trayectoria profesional de Marcelino, Ingeniero Industrial, Agente de la Propiedad Industrial, Global CEO y Master AMP en el IESE, con experiencia emprendedora, fundador de DEF-4 Patentes y Marcas y, como tal, Secretario General de la Confederación Nacional de Jóvenes Empresarios. Director en varias empresas, Diputado del Parlamento Europeo, Consejero del Ente Vasco de Energía, Director General de la empresa ferroviaria FEVE y en la actualidad Consejero Delegado de Enagás. Yo me siento abrumado por la experiencia y responsabilidad de sus cargos, pero es que, además, es autor de dos libros, “Viaje interior por África” y “Cultura emprendedora y la Unión Europea”. Abrumado y empequeñecido, sin saber muy bien por dónde empezar, y sintiendo la ausencia de Xabier, que abordaría alguna otra cuestión, me intereso por los inicios de su carrera profesional y, con amplia sonrisa, evoca estos recuerdos:

Yo he tenido una trayectoria profesional muy extraña. Cuando cursaba el segundo curso me di cuenta de que me había equivocado de carrera, me aburría y no disfrutaba, pero aprobé primero y segundo, que entonces eran selectivos, y me obligué a terminarla. Tenía mentalidad emprendedora y en cuarto de carrera monté, con unos amigos, DEF-4, una agencia de patentes y marcas. Era una profesión más propia de abogados, pero hice un curso de patentes y marcas, una especie de posgrado, y terminamos montando una verdadera agencia de patentes y marcas. Con mi formación de ingeniero le dimos un perfil muy tecnológico. Ahora puede parecer algo básico, pero en aquel momento era puntero, de hecho fue la primera agencia conectada por un protocolo anterior a Internet, que entonces ni existía. Digitalizábamos logotipos, sofisticamos la agencia, y acabé comprando la parte de mis socios. En 1997 Garrigues Andersen me la compró. Me integré en Garrigues como gerente, pero a los dos años mi jefe, una de las personas más inteligentes que yo he conocido, que había apostado por comprar mi firma, se fue y pensé que como ingeniero no iba a hacer carrera en Garrigues, así que me tomé un año sabático.

No fue mi única experiencia de emprendimiento. En la época del Colegio ya vendía camisetas, relojes y organizaba los viajes de esquí. También monté una tienda de artículos de regalo con un compañero del San Pablo.

Con esta trayectoria se comprende que sea un ferviente defensor del emprendimiento. Pienso que hay capacidades que se deben favorecer, impulsar. En Enagás tratamos de poner en valor la cultura emprendedora con un Plan de emprendimiento, Enagás Emprende, que está permitiendo crear varias empresas vinculadas con nuestra cadena de valor o con el aprovechamiento y la eficiencia energética en nuestro negocio. Tenemos puestas grandes esperanzas en ellas.

Tu trayectoria por la vida política ha sido breve pero te permite tener esa experiencia y poder comparar entre lo público y lo privado. La leyenda tiende a asignar a lo público la burocracia, como sinónimo de ineficiencia, y a lo privado la eficiencia. Sin embargo, en nuestra sociedad ponemos en manos públicas los servicios más importantes, los que determinan la calidad de vida, el llamado Estado del Bienestar de las sociedades más avanzadas, la educación, la sanidad y la seguridad, y no nos va mal. Parece una paradoja, y seguro que teniendo las dos visiones a alguna conclusión se puede llegar. ¿Qué comparativa haces, y puedes compartir, de tu experiencia pública y privada?

Son vidas diferentes. Personalmente, en lo público y a determinados niveles, eres muy dependiente de la actualidad, de las circunstancias, de lo que pasa en el día a día; controlas menos tu agenda, es muy habitual tener mítines, campañas, actos, que no te permiten desconectar en ningún momento, ni siquiera los fines de semana, lo que lo hace muy cansado. En la empresa hay un plan y un planning. Los fines de semana son tuyos, puede que tengas que leer o preparar asuntos, pero trabajas en tu casa y gestionas tus tiempos; no tienes eventos públicos los fines de semana, no es lo habitual.

Pienso que sería muy conveniente favorecer más el paso del sector público al privado y viceversa, ya que la experiencia en ambos sectores es muy enriquecedora para las personas, para la administración y para la empresa. En mi caso así ha sido. Yo estudié una carrera, fundé una empresa, trabajé en otra empresa y, con esta experiencia, entré en una lista electoral; fui Diputado del Parlamento Europeo, aporté valor, dejé la lista y volví a una empresa.

En 2011 fui candidato por Álava al Congreso de los Diputados, como número dos de Alfonso Alonso, un buen amigo. Era para mí un verdadero reto, mi abuelo, Marcelino Oreja Elósegui, fue Diputado por Vizcaya y mi padre Diputado por Guipúzcoa y Álava, y era emocionante pensar que yo podía continuar su compromiso político. Entonces el PP era el partido más votado en Álava, pero fue la primera vez que el partido más votado en esa circunscripción no obtuvo dos diputados. Al no salir elegido, decidí centrarme en el mundo empresarial. En aquel momento trabajaba en COMSA y, afortunadamente, la empresa aceptó que yo participara en la campaña electoral.

En otros países son muchos los profesionales que han pasado por organizaciones públicas y privadas y están muy bien considerados. En España, lamentablemente, ni en la empresa se valora demasiado la experiencia política, ni en política se valora la experiencia en la empresa privada. Eso sí, el paso por la política determina tu perfil para toda la vida. Si te fijas, todavía se refieren a mí en la prensa como político, cuando yo únicamente he sido dos años Diputado del Parlamento Europeo, el resto de mi vida laboral he sido empresario, directivo y hasta escritor. Pero lo que siempre destaca es el haber sido Diputado. Suelo decir, en broma, que como tengo afición al paracaidismo, he estado más tiempo saltando en paracaídas que como Diputado, y no es lo que se destaca en mis perfiles públicos.

Socialmente el salto entre lo público y lo privado está denostado, porque se toman como referencia sólo los ejemplos negativos. Es importante diferenciar entre lo que llaman ‘puertas giratorias’ y el caso de ex políticos de gran valía cuya experiencia es tremendamente valiosa para la empresa privada.

Tampoco en política se aprovecha todo lo que se podría la experiencia de buenos profesionales del mundo empresarial. En ocasiones se debe a que económicamente no compensa y, aun así, hay muchas personas dispuestas a trabajar en política por vocación de servicio público, por aportar valor, por contribuir a mejorar la sociedad.

También el hecho de que la vuelta a la empresa privada desde el sector público no es nada fácil, por el sistema de incompatibilidades, dificulta que haya más conexión entre lo público y lo privado. Lo lógico sería poder moverte entre sectores que conoces, que dominas y, sin embargo, las incompatibilidades lo impiden durante un periodo determinado.

Tanto en lo público como en lo privado es muy importante formarse y estar al día. Yo siempre cuento que cuando el día de la copa de Navidad, un político se levanta frente a su “parroquia” para hacer un discurso, tiene al público ganado, sin necesidad de empezar a hablar; sin embargo, en una empresa hay una cura de humildad permanente, uno vale en función de la cotización de la acción y del valor aportado al accionista.

En mi caso, cuando me llamó la Ministra Ana Pastor para dirigir FEVE, lo viví con gran ilusión, no sabía cuánto iba a ganar, no lo pregunté, y ni se me pasó por la cabeza decir a la Ministra que no. Estoy convencido de que hay muchas personas dispuestas a servir en el sector público durante periodos de vida laboral, lo que beneficiaría tanto al sector público como al privado y al crecimiento personal. En el mundo anglosajón está muy aceptado.

Ganando menos, con jornadas infinitas, fines de semana incluidos, con una presión mediática permanente, con el cuestionamiento y el estigma que conlleva, parece que para toda la vida, y con un régimen de incompatibilidades cada vez más exigente, no parece muy atractiva la opción de la vida política. Y, sin embargo, y a pesar de esos condicionantes, hay personas que se dedican a lo público gratis, e incluso perdiendo dinero. Pensemos en los alcaldes y concejales de pueblos pequeños, que no sólo pierden tiempo y dinero, también se exponen a conflictos de intereses. Afortunadamente hay muchísimas personas con un gran sentido del deber, con vocación de que la sociedad funcione, con deseo de hacer algo por los demás. Y esas personas no están sólo en las ONG,s, están en lo público, en lo privado, en los hospitales, en los colegios o en las familias, pero de eso se habla poco y, desde luego no se elogia. Muchas personas que experimentan en su día a día la certeza de que “hacer el bien sirve para llenar una vida, y hacer el bien a los demás sirve para dar sentido a una vida”, según nos hace ver Vicente Ferrer.

En todo caso supongo que hay que distinguir mucho entre puestos, no es lo mismo un concejal, que un director general o que un ministro, pero realmente resulta difícil pensar que personas con una vida profesional exitosa, opten por la vida pública, salvo que ofrezca otras compensaciones de las que no se habla.

La satisfacción personal, el sentido del deber y la vocación de servicio público son decisivos para ocupar esos puestos. También ofrecen unas relaciones y unos conocimientos que no se dan en otros sectores, o no con esa magnitud. A mí lo que más duro me resultó fue el cuestionamiento y el escrutinio permanente. Eso es muy ingrato, se necesita una fortaleza y una convicción extraordinarias y, aunque estés cargado de razones, duele. Sólo el convencimiento de que actúas por sentido del deber y defendiendo intereses colectivos ayudan a sobrellevar estas situaciones.

Algunos de los retos de nuestra sociedad son el cuidado del medio ambiente y la sostenibilidad, todo se analiza desde el respeto o el perjuicio para el medio ambiente y la sostenibilidad. Ambas garantías están estrechamente vinculadas a la energía, el sector del que te ocupas, y la energía está en permanente transformación ¿Cómo ves el futuro de la energía?

Sin duda alguna el futuro debe ser sostenible. Llevo en Enagás cinco años, y percibo que el sector de la energía está cambiando considerablemente. El futuro a medio y largo plazo es renovable y creo que el gas va a jugar un papel esencial como back up en esa transición. Cuando llegue el momento en el que las energías renovables lideren el mercado, dentro de 20-30 años, las redes de gas van a estar completamente amortizadas en España, por lo que el gas será más barato. Habrá también nuevos usos de las infraestructuras gasistas y nuevos gases renovables – biogás,  hidrógeno, etc-; con ese enfoque estamos trabajando.

En todo caso hay que analizarlo según sectores. En el sector industrial el gas aporta un nivel de energía por volumen de transporte que no es capaz de aportar ninguna otra energía. Tiene mucho más valor y recorrido de lo que normalmente se cree. Todo ello, por supuesto, salvo que haya una disrupción tecnológica, que también puede haberla.

En el sector del transporte también creo que va a jugar un papel esencial y que tiene mucho recorrido, sobre todo en el ferroviario, marítimo y en los vehículos pesados.

¿Enagás entra en alguna de las cábalas en el proceso de consolidación del sector energético?

Cuando yo conocí Enagas ya se hablaba de la necesidad de integración de la red eléctrica y de la red gasista. Yo creo que esta integración no es tan positiva, ya que no se conseguirían tantas sinergias operativas, aunque sí es cierto que se conseguirían sinergias por tamaño. Veo más factible una consolidación de empresas gasistas a nivel europeo, pero todavía no ha llegado el momento  porque  cada país tiene su propio sistema de protección de la red y, desde esa plataforma, nuestro crecimiento tendería hacia el mundo renovable, en el que se incluye, por ejemplo, el biogás o el hidrógeno.  Con respecto al tamaño, antes se consideraba un valor en sí mismo el estar entre los más grandes. Ahora sólo si esa escalabilidad te da ventajas, y hay negocios que son escalables y otros que no lo son. En nuestro caso, que somos intensivos en capital, el tamaño te da una fuerte ventaja, porque facilita el acceso a la financiación.

¿Qué sentido tiene que la SEPI mantenga un 5% del capital de Enagás y que el resto del capital esté tan disperso?

Cuando se privatizó Enagás, lo adquirió Gas Natural en su totalidad. Cuando como consecuencia de la regulación europea tuvo que sacarlo a bolsa en 2002, entraron en el accionariado varias cajas e instituciones financieras, que como consecuencia de la crisis también salieron. Actualmente el 95% de nuestro capital es free float y tenemos accionistas en todo el mundo. El 5% restante es propiedad de la SEPI que es un buen  accionista.

¿Cómo pueden convivir en Enagás un Consejero Delegado con un Presidente ejecutivo?

Porque nos llevamos muy bien y hay confianza mutua, es nuestro único secreto. Mi principal virtud era y es la confianza. Por circunstancias de la vida, entablamos una buena relación personal y cuando FEVE estaba a punto de integrarse en Renfe, el Presidente me llamó y hablamos de lo divino y de lo humano. En realidad resultó ser una entrevista encubierta, que yo ignoraba por completo. Poco después me volvió a llamar y me ofreció el puesto. Yo aporto mi trabajo, mi visión, mi compromiso y mi responsabilidad. Y lo hago con absoluta libertad. Siempre tengo presente una idea de Álvarez de Mon que dice “lo hicimos porque éramos unos inconscientes”. Y no quiero perder esa mentalidad.

Cambiando totalmente de registro abordamos la participación en la Fundación Thyssen-Bornemisza.

En el San Pablo afiancé la importancia del servicio, de la ayuda, del compañerismo. Participábamos en programas solidarios, era un modus vivendi que hice mío. También la Asociación de Jóvenes Empresarios tenía ese perfil solidario. En el Thyssen estoy por casualidad, a veces las cosas más bonitas tienen ese halo de suerte. A mí me gusta mucho el arte, pero mi aportación es más bien desde un punto de vista comercial; ahora estoy intentando persuadir al Patronato sobre la oportunidad de llevar a cabo un programa de realidad virtual. No me veo capacitado para opinar acerca de decisiones del patrimonio de la colección.

En nuestro encuentro constato que Marcelino vive en Madrid y tiene su alma en el País Vasco, su familia y sus buenos amigos vascos le tienen estrechamente vinculado. Sé lo que se siente, y coincidimos en que, afortunadamente, las actuales comunicaciones y nuestro deseo, nos permiten estar aquí y allí sin mayor dificultad. Cuando estamos aquí nos sentimos en casa y cuando vamos allí volvemos a casa. Es enriquecedor social, laboral y emocionalmente. Con esta idea compartimos experiencias y sensaciones y se abre ante nosotros un espacio de vivencias, de ilusiones, de inquietudes y hasta de miedos. Historias de grandeza y de miseria, de honradez y de ejemplo. En todas ellas nos extendemos, y de todo ello algo podemos compartir aquí:

Siempre ha habido una interacción muy fuerte entre el País Vasco y el resto de España. Los vascos vienen a Madrid, se casan, van y vienen con mucha facilidad. Estamos aquí y allí.

Ahora me molestan, de manera particular, algunas opiniones que considero desacertadas sobre el sistema de Concierto. Hay un libro de Miguel Zurita, padre precisamente de mis queridos amigos, los Zuritas paulinos, titulado “100 años de concierto económico”, que convendría releer para comprender mejor este sistema. A esta tendencia contribuye el que siempre se habla más de lo malo. Y yo pienso que ahora lo importante sería hablar y prepararnos sobre asuntos como el cambio tecnológico, que va a transformar la sociedad, los nuevos nichos de empleo, los coches autónomos, la sanidad del futuro, la conectividad y tantos otros avances. Creo que vivimos bombardeados por noticias negativas, cuando el mundo es mejor hoy que en cualquier momento del pasado. Es difícil de contar, pero es así, este es el mejor momento para ser empleado, para ser mayor, para ser niño, para ser mujer, para ser pobre, para estar enfermo, para ser persona, en definitiva. Deberíamos ser más conscientes de los avances que hemos experimentado. Yo creo que en este lado del mundo no hay derecho a la acritud. Considero que tengo una suerte increíble, y me lo digo todos los días. Algo que en esta sociedad se nos está olvidando.

La importancia de la lectura es otro de nuestros temas de sobremesa. Somos lo que leemos y, aunque quizás nunca se haya leído tanto, porque no podemos ignorar que antes leían sólo los privilegiados, lo cierto es que ahora se habla más de la lectura como evasión que como transmisión de cultura. Quizás es este otro signo de los tiempos, nos interesa el ocio más que el negocio, el entretenimiento, la diversión, el espectáculo. Vargas Llosa nos habla de la civilización del espectáculo, y de cómo contribuye al empobrecimiento de la propia vida, de la personal, de la política y de la social, de la pérdida progresiva de la capacidad crítica.

Marcelino lee y escribe, nos habla de estas aficiones y de la importancia de estar informado. Actualmente está leyendo “La vida de 100 años”, un libro muy interesante para una sociedad que está en un cambio contínuo.

También nos confiesa que cuando llegó al Parlamento Europeo se enteró de que a los europarlamentarios se les facilita la publicación de los libros que escriben y no lo dudó, escribió “Cultura del emprendimiento en la Unión Europea”, en el que abunda en su conocimiento y experiencia emprendedora. Su pasión por el País Vasco también le llevo a escribir otro trabajo, que tiene en manuscrito, sobre “Europa en Euskadi”, en el que analiza la aportación de Europa al País Vasco. Este le permitió entrevistarse con muchas personas de la Comisión y del Parlamento, y conocer la modélica aplicación de los fondos comunitarios recibidos.

Acabamos hablando del valor de la educación, de las oportunidades que, en este sentido, ofrece el Colegio, de la importancia de la familia y de las amistades que elegimos, y nos confiesa que para él, el conocimiento tiene tal relevancia que se organiza para, cada 18 meses, retirarse a una Universidad a estudiar y abundar en algún tema. Lo anotamos como un gran consejo y pensamos ya en el proyecto de unas vacaciones realmente culturales, porque también creemos, con Baltasar Gracián, que “es poco el vivir y hay mucho que saber, y no se vive si no se sabe”.

Ciertamente, su trayectoria vital y profesional da para muchas historias. Y las que nos quedan, porque su amabilidad y cercanía nos permite albergar la posibilidad de otros encuentros. El próximo en Vitoria y con amigos comunes.