ENCUENTROS PAULINOS

Entrevista a José Luis Pérez-Payá

Por Aitor y Xabier Errasti Martínez de Antoñana

Futbolista y dirigente deportivo. Jugador del Barakaldo C.F., del Club Deportivo Alcoyano, de la Real Sociedad, del Atlético de Madrid y del Real Madrid. Dos veces internacional, en 1955 y 1956, compartiendo vestuario con leyendas como Ben Barek, Di Stefano o Gento. Más adelante Presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Sí, estamos hablando de Don José Luis Pérez-Payá, con el que tenemos el placer de encontrarnos un mediodía de primavera en el Restaurante Ox’s, próximo a su domicilio en Madrid, donde él nos ha citado, precisamente en el entorno del Bernabéu, su otra casa.

Don José Luis, con 88 años, nos recibe con semblante sonriente e impecable aspecto. Un galán, relajadamente elegante, de cabello abundante y plateado, vestido con un gusto exquisito y cierto aire de seguridad. El que probablemente da una genética privilegiada, unos buenos hábitos deportivos y un equilibrio emocional e intelectual del que se siente satisfecho, y se palpa.

Antes de este encuentro, cuando nos acercamos al personaje como antiguo Colegial del San Pablo, lo que más nos llama la atención es su capacidad para compatibilizar el fútbol con el estudio y su decisión, a los 28 años, en la cumbre del éxito, de colgar las botas y tomar posesión de su puesto como Delegado Provincial de Trabajo de Castellón, tal y como consta en el BOE de 21 de agosto de 1957. No es una decisión acorde con estos días. Hoy los jóvenes sueñan con ser estrellas del fútbol y cuando se les consulta qué quieren ser de mayores, para los chicos la primera preferencia es ser futbolista, y por goleada, nunca mejor dicho, con gran distancia sobre la siguiente opción, que es ser policía. (Fuente ADECCO-2015)

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Don José Luis Pérez-Payá y Soler, natural de Alcoy, Alicante, Colegial durante los años 1950-1953 del Colegio Mayor de San Pablo, licenciado en Derecho y Ciencias Económicas por la Universidad de Deusto, fue futbolista internacional, Inspector de Trabajo y Presidente de la Real Federación Española de Fútbol.

Esta sorpresa nuestra hace que la primera pregunta se dirija a saber cómo se sentía en aquellos momentos, como un futbolista que estudiaba o un estudiante que jugaba al fútbol:

Yo era un estudiante que en sus ratos libres jugaba al fútbol. Mi padre, me inculcó desde niño la importancia de estudiar una carrera, por lo que hasta que gané la oposición a Inspector de Trabajo y de Seguridad Social, mi faceta de futbolista era completamente secundaria respecto a la de estudiante. Fui futbolista amateur en el Barakaldo y la Real Sociedad mientras cursé mi carrera de Derecho y Económicas en Deusto, y jugaba en el Atlético de Madrid, también como amateur, mientras preparaba oposiciones en el Colegio Mayor de San Pablo.

Cuando aprobé las oposiciones, por cierto con el número uno de mi promoción, tomé posesión de mi puesto como Inspector de Trabajo en el entonces Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y, en paralelo, me convertí en profesional en el Real Madrid.

En aquellos años, ser futbolista no me exigía demasiado tiempo durante la semana, así que no tenía problema para compatibilizar mis estudios o mi trabajo con el fútbol. Cuando estaba interno en Deusto estudiando entrenaba con el equipo de la Universidad dos o tres veces por semana y los fines de semana cogía el tren de la costa para ir a jugar a San Sebastián con la Real Sociedad, equipo de Primera División.

También compatibilizaba mi trabajo con ser jugador de la primera plantilla del Real Madrid. Yo era el único jugador en esa situación, tanto en el Atlético de Madrid como en el Real Madrid. Nunca dudé de mi prioridad. Como podéis ver, el fútbol de antes no tenía nada que ver con el de ahora.

Aunque posteriormente sí que se han dado casos en los que se compatibilizaba juego y estudio, como puede ser el del mismísimo Butragueño en el fútbol y los doctores Corbalán o del Corral en el baloncesto.

¿Cómo empezó su carrera deportiva?

Mi padre, antes de ser presidente del club Alcoyano había sido jugador de la primera plantilla, así que la pasión por el futbol en mi casa se vivía como algo natural. Cuando yo volvía de vacaciones a casa jugaba con el equipo, lo sentía como un compromiso, una aportación al club. Lo hacía de manera puntual, yo estudié interno en Onteniente, en el Colegio de la Concepción de los Padres Franciscanos, y los fines de semana y en vacaciones me tramitaban fichas para determinados partidos.

Me gusta destacar que mi padre hizo posible que un club tan modesto ascendiera de regional a primera división en tan sólo siete años. Era un equipo tremendamente luchador y la archiconocida expresión «tener más moral que el Alcoyano» se acuñó en honor a aquel grupo de futbolistas que, independientemente de cómo fuera el partido, siempre se entregaban, lo daban todo. Hay que recordar que el Alcoyano ha sido además una cuna de futbolistas ilustres, como Petón, Vidal y otros muchos.

Los años que estuve estudiando en la Universidad de Deusto también jugué en el Barakaldo y en la Real Sociedad. Al venir a Madrid, precisamente al Colegio Mayor de San Pablo, a preparar oposiciones, jugué en el Atlético de Madrid. En todos estos equipos siempre jugué como amateur. El único contrato como profesional lo firmé con el Real Madrid.

Foto Payá

Don José Luis es un gran conversador, cualquier interrogante que le planteamos trae a su memoria los recuerdos de su intensa vida y los hila unos con otros con naturalidad. Es lógico, lo que para nosotros son momentos o hechos significativos, para él es su trayectoria vital, es un todo. Percibimos que la figura de su padre es un referente, siempre le menciona con elogio, reconoce que está en el origen de muchos de sus méritos y valora sus consejos y orientaciones.

Nosotros queremos hablar del Colegio Mayor, que nos evoque sus recuerdos, nos hable de sus compañeros, de la época, y tras varios intentos para centrar el tema, le planteamos la pregunta directamente: háblenos de los recuerdos que tiene del Colegio Mayor. Este encuentro lo vamos a compartir con colegiales y antiguos colegiales, y su percepción es importante para conocer la evolución.

En aquellos tiempos en el Colegio convivían los estudiantes internos, que venían de otras provincias de España, con los externos, estudiantes madrileños que únicamente iban al Colegio durante el día a estudiar oposiciones. Yo era opositor e interno, éramos muchos opositores y había un ambiente adecuado y propicio para el estudio

Mi caso era un poco particular ya que era colegial del San Pablo y futbolista de primera división, lo que generaba situaciones curiosas y muchas anécdotas. No puedo ocultar que yo era un poco figura en el Colegio, al ser un futbolista conocido. Muchas chicas llamaban al Colegio preguntando por mí y mis amigos aprovechaban las circunstancias en beneficio propio. Lo pasábamos muy bien, había mucha camaradería. La juventud, y la ilusión que conlleva, lo hace todo posible. También había mucho trabajo y disciplina. Sin orden no es posible conseguir objetivos.

Yo entonces jugaba en el Atlético de Madrid, en el campo de Metropolitano, que estaba al lado del Colegio. Prácticamente solo tenía que cruzar la calle para llegar al estadio. Fue entonces cuando empecé a ser más conocido, así que fue un momento muy importante para mí, y el Colegio, con sus instalaciones y sus servicios, me facilitaba mucho el estudio y el deporte.

Aunque posteriormente todos conocemos el importante papel que desempeñó el Colegio Mayor en la política de nuestro país, ahora pienso que durante mis años en el San Pablo no hablábamos de política. Había libertad y respeto para participar en eventos políticos, pero no se auspiciaban desde el propio Colegio. Pienso que quizás hoy la sociedad en general es más participativa y está más implicada en la vida pública.

Para mí fue una experiencia interesante vivir y estudiar en el Colegio, compartir inquietudes con personas diferentes, sentirme en un ambiente de estudio, deportivo, cultural y de recreo, porque se combinaba todo, y daba tiempo para todo. Mi experiencia fue tan positiva que, con posterioridad, también mi hermano y mi primo fueron Paulinos.

Lo curioso es que aunque de vez en cuando he vuelto al Colegio, pues me invitan a actos, no mantengo relación con los que fueron mis compañeros, y sin embargo recuerdo con nitidez y emoción aquella época.

Cuando estaba jugando con el Atlético de Madrid fichó por el Real Madrid, precisamente el gran rival, ¿cómo fue esa jugada?

Hasta que no aprobé la oposición no me planteé hacerme profesional para así poder compatibilizar mis dos vidas. Así que yo era amateur en el Atlético, lo que implicaba que no estaba obligado a ir a todos los entrenamientos; incluso si tenía algún compromiso académico estaba autorizado a no ir a algún partido.

Sin embargo, cuando aprobé las oposiciones y tomé posesión de mi plaza en el Ministerio, solicité al Atlético que me hicieran una ficha de profesional. El presidente del Atlético era en aquel momento Luis Benítez de Lugo y estaba de vacaciones en Canarias, por lo que no se me dio ninguna respuesta. Transcurrido un mes transmití al club que si en unos días no me ofrecían un nuevo contrato buscaría otro equipo. Mi padre, que en aquella época era el presidente del Alcoyano, tenía amistad con D. Santiago Bernabéu, que era el Presidente del Real Madrid, y concertó una cena con él, de la que salí con una oferta en firme.

Y tengo que reconocer que mi contrato con el Real Madrid fue muy bueno porque, al ser amateur en el Atlético de Madrid, no tuvieron que pagar ningún tipo de cláusula de rescisión y pude conseguir mejores condiciones de las que hubiera podido disfrutar en caso contrario. La diferencia fue abismal, porque hasta entonces, como amateur, había jugado gratis, cobrando únicamente por primas, sólo por cada partido ganado.

El Atlético era un equipo más familiar,  el Real Madrid estaba mucho más profesionalizado a nivel de entrenamientos, viajes y preparación. Don Santiago es el ejemplo de cómo tiene que ser el presidente de un club importante. Era pausado y tranquilo, pero tenía gran criterio y defendía sus opiniones con verdadero carácter, tenía muchísima autoridad. Su prioridad eran los jugadores y el club, por encima de todo.

El actual presidente, Florentino Pérez, es un buen continuador de don Santiago. No se puede decir que sea el nuevo Bernabéu, es muy difícil que surja otro presidente con sus virtudes, pero considero que su gestión está siendo muy buena. Principalmente en el aspecto económico, que es la base sobre la que debe gravitar la gestión de un presidente. Esa buena gestión económica le permite traer a las mejores estrellas del mundo y confeccionar siempre unas plantillas fabulosas.

A través de la Asociación de Veteranos del Real Madrid mantengo una estrecha vinculación con el club. Voy habitualmente como invitado al palco de honor y periódicamente están pendientes de que participe en los actos que organiza la Asociación.

Hay mucha sencillez y humildad en su discurso, no hace alarde de sus logros, de sus momentos estelares y, sin embargo, también su palmarés de goles le distingue. Con la Real Sociedad, en la temporada de 1950, disputó siete partidos, en los que anotó cuatro goles. En su primera temporada en el club colchonero marcó catorce goles en 26 partidos, contribuyendo a conquistar el título liguero, formando parte de la conocida delantera de cristal, junto con Juncosa, Ben Barek, Carlsson y Escudero.

Con su fichaje en el Real Madrid, Pérez-Payá se hace internacional. Estuvo en el equipo de 1953 a 1957, unos años decisivos para el equipo, en los que participó en dos copas latinas y en las dos primeras Copas de Europa. ¿Cómo vive este empacho de éxito un joven español, en los años 50, aclamado aquí y en el extranjero?

Son vivencias emocionantes, determinantes. Fui seleccionado tres veces y jugué dos partidos internacionales con la selección absoluta, uno contra Francia y otro contra Inglaterra. En aquella época ser internacional estaba muy caro puesto que había muy pocas competiciones entre selecciones.

Con el Real Madrid jugué muchos partidos internacionales, ya que casi todos los años jugábamos la Copa de Europa y viajé también dos veces a jugar la Copa Latina. En todo caso, no sentía tantas diferencias sociales cuando viajábamos al extranjero como cabría esperar.

Alfredo Di Stefano era un hombre excepcional. Es cierto que tenía un carácter especial, pero era una persona única, con estrella. Era un auténtico líder, trabajador y carismático. Mantuvimos la relación después de abandonar el equipo, igual que con Gento, de quien soy vecino y amigo.

Tengo muy buenos recuerdos de mi época como futbolista. Todos son alegres, positivos y enriquecedores. Lo que más prestigio me dio como futbolista fue ganar las Copas de Europa de los años 50. También considero que el Madrid cobró la relevancia que tiene a día de hoy gracias a esos mismos títulos.

Y en la cumbre del éxito, reconocido, aclamado y con futuro, joven y con la seguridad que da tener una oposición aprobada y un puesto en propiedad al que puedes volver en cualquier momento, Pérez-Payá abandona el fútbol. Y no lo hace como algunos toreros, que se van, respiran hondo, se oxigenan, ponen en práctica otros negocios y anuncian de nuevo el retorno. No, Perez-Payá no vuelve a calzar botas, se entrega al servicio público y proyecta su carrera profesional en la Administración Pública. Sólo más adelante acepta tareas de asesoramiento en el CD Castellón y de directivo en la Federación Valenciana de Fútbol. Y, mucho después, también la Real Federación Española de Fútbol contaría con sus servicios. Pero de eso hablaremos más adelante, ahora interesa conocer las razones por las que, a una edad tan temprana, con solamente 28 años, y mucho futuro por delante, se retira del fútbol.

Hay una razón de peso, que muchos no comprenden, pero que en mi concepción de la vida y de la carrera profesional, me hizo verlo muy claro. En 1957 decidí ejercer mi profesión como Delegado Provincial de Trabajo de Castellón. Ser futbolista no era lo que es hoy, y mi aspiración tras haber estudiado una carrera y ganado una oposición, era hacer carrera en la Administración. Afortunadamente, muy poco después, en 1963 me ofrecieron el cargo de Subdirector General de Trabajo y Seguridad Social del Ministerio de Trabajo, es decir, la segunda autoridad en la institución en toda España, y hacerme cargo de esa responsabilidad, teniendo únicamente 34 años, era un reto y una posición verdaderamente importante.

Ser funcionario del Ministerio era compatible con ser futbolista, pero un cargo de tanta responsabilidad no, así que tuve que elegir. En la vida siempre hay que elegir, y hay que arriesgar; es lo más difícil, pero también es lo que determina nuestro carácter y nuestro futuro. Y como digo, creo que la elección fue correcta y la apuesta salió bien.

Abandonar el fútbol fue, sin duda, una importante renuncia, estando además físicamente al cien por cien, pero implicaba acceder a un cargo de enorme responsabilidad, lo que consideré que sería muy positivo para mi carrera profesional. Es cierto, me habría gustado seguir jugando al fútbol unos cuantos años más, el equipo quería que siguiera y yo me encontraba en perfecto estado físico, pero había que elegir y no tengo ninguna pena por la decisión que tomé. La posibilidad profesional que se me ofreció era muy importante y en el mundo del fútbol ya había ganado todos los títulos que podía ganar.

Yo siempre había tratado de ver mi vida con cierta perspectiva de futuro, por eso fui estudiante universitario y opositor, jugando como amateur y renunciando a contratos más importantes. Ese mismo sentido de la responsabilidad fue el que me llevó a renunciar a mi carrera futbolística cuando tuve la posibilidad de acceder a un cargo importante de cara a hacer carrera en la Administración.

Y yo creo que el tiempo me ha dado también una gran satisfacción, ya que el sistema actual del llamado Estado de Bienestar está basado en los pilares de la Seguridad Social, fomentada por la Ley de Bases de la Seguridad Social de 1963, que trajo bienestar y confort a la sociedad. No sólo desde el punto de vista sanitario, también se implantó el sistema de pensiones, que antes era impensable y gracias al cual muchas personas, incluido yo mismo, podemos vivir con dignidad. En aquel momento se apostó por ese sistema, novedoso en el mundo. Me siento orgulloso de haber participado en su implantación y el tiempo ha demostrado que fue un modelo de éxito.

El 22 de septiembre de 1970, accedió a la Presidencia de la Real Federación Española de Fútbol, Una época polémica, con luces y sombras. ¿Qué le gustaría destacar de esa experiencia?

Siendo presidente D. Pablo Porta, yo ejercía como vocal de la Federación Española de Fútbol y en un momento dado la Junta Directiva me ofreció la Presidencia, cargo que ejercí durante cinco años.

El seleccionador bajo mi mandato fue Ladislao Kubala, a quien yo nombré. Habíamos sido compañeros y tenía plena confianza en él. Era un apasionado del fútbol y eso le hacía ser un gran entrenador.

Fue una gran responsabilidad y un gran honor, pero tengo que reconocer que me supuso un importante desgaste personal. Como es de sobra conocido, hubo un cierto sector de la prensa que me atacó durante todo mi mandato. No sé cuál es el origen de esa antipatía, porque considero que siempre he sido muy sencillo y accesible. Afortunadamente los ataques nunca fueron a mayores y, a diferencia de lo que ocurre ahora con otros profesionales, nunca atacaron mi vida personal, así que no hizo falta emprender en ningún momento acciones legales. Creo que la presión de la prensa en el mundo del deporte, por lo menos en aquel momento, no influía sobre las decisiones de los deportistas o los clubes, así que yo seguí contra viento y marea.

También he colaborado en labores de representación corporativa con el Madrid en actos oficiales en los que participaba la entidad en distintas provincias de España. Estuve muchos años ejerciendo esas funciones.

Tengo más que suficiente con lo que he llegado a hacer en la vida. La posición que más relevancia me ha dado ha sido, sin duda, la de Presidente de la Federación Española de Fútbol, gracias a lo cual participé en reuniones muy importantes y tuve la posibilidad de acceder a decisiones y a influencias del más alto nivel.

Cuando llegamos a este punto ambos notamos que está cerrando un ciclo, que da a sus recuerdos un espacio y un tiempo. Le cambia el semblante y vienen a su mente momentos personales, familiares, que le hacen todavía más cercano. A nuestro alrededor todo es amabilidad y atenciones. El personal del restaurante se aproxima con frecuencia inusual, con respeto y cariño. Se percibe que es un cliente querido y admirado, al que están acostumbrados a ofrecer un trato exquisito. En esta atmósfera intimista que nos envuelve, y ya en los postres, nos habla de su familia, de lo divino y de lo humano.

Yo conocí a mi mujer en el club de tenis de Valencia, ya estaba retirado del fútbol y yo era amigo de su hermana mayor, que un año fue fallera mayor de las fiestas de Valencia.

Tuve cinco hijos, y he sufrido la tremenda desgracia de perder a dos de ellos. Uno a causa de un accidente de tráfico, delante de mis propios ojos, algo terrible, un coche se saltó un paso de peatones y le provocó la muerte. También a una hija, a causa de una enfermedad, siendo muy joven. Es muy complicado recuperarse del fallecimiento de un hijo, no podéis ni imaginar lo que es perder a dos.

Mi abuelo materno fundó una empresa de papel de fumar en Alcoy, que posteriormente dirigió mi familia. Pero en aquella época lo habitual era que fuera un hombre quien estuviera al frente de una empresa, por lo que fue totalmente natural la transición de mi abuelo a mis tíos y mi padre, sin que mi madre tuviera ningún tipo de participación.

Las relaciones entre hombres y mujeres han cambiado radicalmente, creo que la eliminación de la segregación en la educación ha sido lo que más ha contribuido a ello. Antes éramos mucho más vergonzosos y las relaciones, por lo menos al principio, se llevaban mucho más en secreto.

No tenemos previsto hablar de política con un futbolista, bastantes tertulias hay en las que se aborda la actualidad, pero las épocas en las que le tocó vivir y sus experiencias en puestos de tanta responsabilidad en la Administración General del Estado y en la Federación, hacen inevitable abordar ciertos paralelismos. Estamos ya alargando la sobremesa y no queremos agotarle, pero nos confiesa:

Desde mi posición en el Ministerio, yo no viví el cambio de régimen con incertidumbre. Dentro del Ministerio había un protocolo que determinaba cómo iba a ser la transición tras la muerte del General Franco, por lo que nunca sentí demasiada inquietud. Aunque no sea políticamente correcto, y con la perspectiva que da la distancia, creo que hay que resaltar que bajo aquel régimen la elección de los dirigentes se hacía en base a criterios de capacidad, lo que implicaba que los responsables de la administración eran personas de mucho nivel demostrado. Sin embargo tengo la sensación de que los criterios ahora no son los mismos, y ello se refleja en los resultados de la gestión pública.

En cuanto a la corrupción, no considero que ahora el deporte sea más corrupto, ni desde el punto de vista del dopaje ni siquiera del amaño de partidos, que tan en boga está hoy en día. Lo que ocurre es que afortunadamente ahora existen muchísimos más mecanismos de control de los que ha habido en ningún momento, lo cual contribuye a que todos los escándalos se desvelen antes y se difundan con mucha más facilidad.

Con 88 años algo nos quiere decir también sobre el paso de la edad. Es un momento muy especial, hay facultades limitadas, hay muchos recuerdos y pocos proyectos. A veces los recuerdos no son completos y hay lagunas que generan incertidumbre, incomprensión, añoranza. Es importante sentirse satisfecho con lo que uno ha hecho. La vejez se sobrelleva mejor, te puedes recrear en los logros, en las veces que alguien te necesitó y te tuvo, en los problemas que evitaste y en las soluciones que diste; en todo lo que también has recibido. Ante la pregunta de cómo trata esta sociedad a las personas mayores, no duda:

Ni bien ni mal, esta sociedad nos tiene aparcadas a las personas mayores. Aunque tampoco creo que sea algo que haya cambiado, es inherente a la condición humana. Las personas mayores quieren descansar y los jóvenes, que llevan otro ritmo, no les prestan demasiada atención.

Es este momento el que hace que sintamos cierto desánimo. Tenemos ante nosotros un potencial humano extraordinario, un ejemplo de vida, un referente. Y aunque a él se le ve satisfecho, percibe la distancia de la sociedad, y lo asume como algo inevitable, algo que ha sido y será. Son confesiones que invitan a la reflexión.

Nos quedamos con su energía y vitalidad, con su capacidad de trabajo, con esa convicción, que comparte con Einstein, de que el estudio y el trabajo en su vida no han sido una obligación, sino una oportunidad para penetrar en el mundo del saber. Con esa fuerza motriz, que es su voluntad, la que le ha permitido abordar retos difíciles y renuncias importantes. Con esa actitud que ha hecho de la excelencia un hábito. Y, ya se sabe, somos lo que hacemos.

Gracias Don José Luis

Payá