Es evidente que los recuerdos del Colegio le entusiasman, su alma de colegial y de Director conviven en él y todo lo que cree que es bueno para el Colegio le interesa, le apasiona. Pero hay otros aspectos en su trayectoria vital y profesional que queremos abordar.
Nuestro primer acercamiento a Javier fue en el Colegio, como invitados a la presentación de su libro De frente, en corto y por derecho, un ensayo para una tauromaquia para el liderazgo personal y empresarial (editorial Sial). Fue un martes, 16 de diciembre de 2014, en el que nos habló de la tauromaquia como escuela de valores para guiar o gestionar la vida o la empresa.
El libro es un recorrido profundo y ameno de la mano de filósofos clásicos, de figuras del toreo y de grandes críticos taurinos, por el «planeta de los toros», en palabras de Don Antonio Díaz Cañabate. En él se aborda el sentido de la vida y de la muerte, del ejemplo, la coherencia, la responsabilidad, el compañerismo, el reconocimiento. El torero como un samurái, en un combate de disciplina, eficiencia, valor y concentración.
El miedo, la soledad, el talento, el trabajo en equipo, la ética de la primera persona, la actitud al cubo, la pasión y el amor por lo que se hace, la independencia, la fortaleza, la humildad, la autenticidad, la dimensión cultural. Un recorrido, en definitiva, por la trayectoria vital, de la mano de la fiesta de los toros. Y es que se trata de una lectura sobre la vida en la que, como en los toros, nos propone que hay que parar, templar, mandar y cargar la suerte. Ya se sabe, muleta por delante, valor, temple, vergüenza torera, y si no embiste, embisto. Una vida a la que siempre llega la hora de la verdad y no siempre se sale por la puerta grande, a veces nos pilla al hilo del pitón.
Por lo que hemos aprendido y disfrutado con la lectura de esta metáfora de la vida y escuela de valores, ya le estamos inmensamente agradecidos. Y es el momento de hablar de la fiesta de los toros. Tampoco en este tema hay que plantear preguntas puntuales:
Sinceramente, veo complicado el futuro de los toros, aunque no es un mal momento de toreros. El problema es el encaje de la fiesta en la sociedad del Siglo XXI, una sociedad de dibujos animados, en la que se hacen esfuerzos para vivir de espaldas a la muerte. El valor no se prima, el misterio que tienen la liturgia y los ritos no se valora. Estamos en la cultura de la imagen, de la velocidad. Y las imágenes en la televisión no permiten apreciar la magia de la plaza.
Mi afición viene de mi ciudad. Tengo la sensación de que en Albacete, a los 7 años, sentándome en su plaza de toros, comprendí la vida. Sólo se ama lo que se comprende, y la gente joven no comprende la fiesta. En clase pongo ejemplos taurinos, y palpo la indiferencia, la incomprensión. El toro, la fiesta, el rito, el reto, no tiene espacio en sus vidas. Y, no podemos ignorarlo, en la plaza, como en la vida de los toreros, hay ejemplo de valores, hay análisis, hay estrategia, tal y como queda reflejado en mí libro.
Qué duda cabe que ahora la fiesta de los toros tiene, además, una carga ideológica. Como partido, el único que la ha defendido es el PP, y hay quién está empeñado en que parezca que es un espectáculo de derechas y una fiesta nacional. Nada más lejos de la realidad, hay taurinos de izquierda a derecha, e ilustres de izquierda apasionados de la fiesta.
El daño que hacen los medios de comunicación es incuestionable. Se han empeñado en identificar la fiesta con violencia, prescindiendo del arte, de la transcendencia, del reto. Cuando en realidad la agresividad y la violencia inundan programas televisivos, películas, documentales e informativos. Estoy convencido de que hay que acercar los toros a la escuela, pero una vez lo dije en una conferencia y recibí amenazas e incluso una denuncia.
Soy torista, sí. El aficionado no debe ser de ningún torero, sino de quien hace una buena faena. El protagonista es el toro. El único animal salvaje de Europa al que le ha sido respetado su espacio vital. Su existencia contribuye además a preservar el ecosistema. Si desaparecen los toros, desaparece la dehesa. Sería interesante posibilitar a las personas el acceso a la dehesa, sobre todo a los estudiantes. Que la gente la pueda visitar, recorrer y conocer. El toreo y su entorno es un patrimonio cultural impresionante, humanista, pictórico. Un reflejo de nuestra cultura, una seña de identidad de nuestro país.
Y no nos engañemos, la muerte del toro es más digna que la de muchos seres humanos que malviven años y años. Ahí está representado ese sentido de finitud. La vida acaba y hay que aprovecharla. No interesa la muerte hoy en día, nuestra cultura ha desterrado a la muerte. Sin embargo, coincido con el gurú informático Steve Jobs, para el que la muerte es el mejor invento de la vida, para no desaprovecharla. Tenemos que saber distinguir entre lo que representa el arte de una muerte en el ruedo y el maltrato animal. En este sentido el toro de la Vega se parece a la tauromaquia como la tomatina a la gastronomía.
Pienso que la época de Joselito y Belmonte, tan espectacular, es la que acaba haciendo daño a la fiesta de los toros, porque es cuando se hace del toreo arte, hay menos riesgo, menos emoción, y la gente acude menos a las plazas. Ortega dice que se va melifluando el toreo, haciéndose estético. Eso lo hace más elitista, antes era más popular porque era más arriesgado. El toreo es rito antes que espectáculo. En este momento los toreros vuelven a torear quietos, supuestamente con más riesgo, pero a costa de quitarles las pilas a los toros.
A pesar de todas estas dificultades, la vida misma es dificultad y nuestro paso por la vida consiste en ir superando dificultades o, al menos, abordándolas, soy positivo con la fiesta. Hay buenos toreros, alguno extraordinario, como José Tomás, hay buenos toros, hay buenos encastes, excelentes ganaderos y empresarios, una afición culta y exigente. Quizás, como el gran arte, el toreo está hecho para espíritus sensibles, su belleza y profundidad no está hecha para las masas. ¿Será que se trata de un espectáculo elitista y como tal debemos asumirlo?
La pregunta queda en el aire y cada uno de nosotros tendremos una respuesta. Su reflexión nos recuerda que «Lo esencial es invisible a los ojos. No se ve bien sino con el corazón», en palabras de Saint Exupery, en El Principito.
Y tras estos interrogantes, queremos adentrarnos en otra de las pasiones del señor Galiacho, su trabajo. Cuando dejó el Colegio se fue directamente a FCC a poner en marcha el Departamento de Responsabilidad Social Corporativa.
Con esta nueva responsabilidad, lo que se persigue es incorporar el humanismo a la empresa. De eso trata la RSC, de hacer un capitalismo humanista. Hoy el hombre está siendo desplazado por el dinero y, paradójicamente, ese es el camino de la ruina. Hay que cambiar la manera de ver una empresa del corto al medio y largo plazo. Tenemos que dejar un mundo mejor a nuestros herederos y también dejar buenos herederos a este mundo. No hay empresas que puedan triunfar en sociedades fracasadas. El éxito de una organización empresarial es correlativa al bienestar de una sociedad.
Afortunadamente en FCC son conscientes de esta necesidad y creen en ello. Y aunque ahora el apartado económico está más complicado, hay un compromiso responsable que se mantiene. La RSC no da resultados económicos visibles, así que siempre es complicado defender la necesidad de estos departamentos. El capitalismo del siglo XXI se legitimará a base de estas medidas. Necesitamos nuevos líderes. Los políticos deberían estar comprometidos con estos temas, pero no todos lo están. Precisamente autoridad viene de auge, significa ayuda, ayuda a ser persona. Un compromiso sincero con la RSC legitima, honra y da autoridad.
En las organizaciones debería formar parte de la estrategia, si no se siembra no se recoge, pero sólo siembra el que tiene visión de futuro. Los cortoplacistas sólo piensan en beneficios inmediatos. Junto con los gestores tiene que haber líderes. Los líderes apuestan por el futuro, asumen riesgos. La gente tiene miedo a perder lo que tiene.
También tengo que reconocer que es una cuestión de fe, o crees en la RSC o no crees. San Junipero Serra fue con una mula fundando misiones por América. A veces pienso que mi labor es similar.
Y yo creo que, precisamente, la formación de líderes con principios y responsables socialmente es una de las misiones del Colegio. Y también es la idea de la ACDP. Hay que tener estrategia. No podemos recoger sin antes haber sembrado, de ahí la importancia de la estrategia.
Por último le preguntamos por el Foro Mayor San Pablo, por las actividades que considera que sería interesante llevar a cabo y por el sentido que, a su juicio, debería tener la asociación.
¿Qué se quiere hacer con el Foro Mayor San Pablo? Si se trata de seguir el ejemplo americano, hay que involucrar a todas las generaciones de paulinos. El objetivo de la Asociación debe ser la del networking vivo. Tenemos que identificarnos y poner en el curriculum que somos colegiales del San Pablo, estar orgullosos, promocionarlo. El Foro no debe ser un sanedrín, una reunión de notables. Tiene que estar abierto a todos. La estrategia que le deseo al Foro se resume en que cualquier paulino tiene que tener un amigo, un aliado, en el sitio más remoto y cuando lo necesite. Por cierto, la visión de España, como nación y empresa común de destino, la reforcé en el Colegio, conviviendo con enorme riqueza y diversidad con castellanos, andaluces, vascos, catalanes, murcianos, baleares, etc. Eliminado el servicio militar, el único modelo de convivencia nacional lo ofrecen los colegios mayores. Y es un valor añadido en una institución colegial hoy en crisis por nuevos modelos de residencia o convivencia universitaria.
El San Pablo es un Colegio de excelencia británica en la estepa castellana. Pertenecer al Colegio es un motivo de orgullo. Que exista una institución como el San Pablo es fundamental. Pero estas instituciones no salen de las piedras, las hacen las personas. Y hay veces que estas personas con talento escasean más que la tórtola en época de veda.