ENCUENTROS PAULINOS

Encuentro Paulino en Nueva York con Joaquín Quirante

Por Aitor y Xabier Errasti Martínez de Antoñana

"El Colegio es el sitio que más huella ha dejado en mi vida"

De izquierda a derecha. Joaquín y Xabier en el Princeton Club de Nueva York. Joaquín en el San Pablo durante su etapa como colegial.

De nuevo un océano se interpone entre nosotros y abordamos este encuentro desde Madrid y Nueva York. A la hora de prepararlo no hay distancias, nos intercambiamos datos y opiniones sin dificultad, también la composición definitiva la compartimos con fluidez. Pero yo, Aitor, estoy en Madrid, y no puedo asistir al sugerente encuentro con Joaquín Quirante, en el selecto Princeton Club de Nueva York, donde nos ha citado. Es el club de la Universidad de Princeton en el que, con el aval de un buen amigo, a Joaquín se le acoge con respeto. Está en la calle 43, entre la 5a y 6a Avenidas, muy cerca de Times Square, el bullicioso corazón de NY.

Al encuentro asisto yo, Xabier, y al instante me dejo impresionar por la cercanía y amabilidad de Joaquín. La categoría del Club impone, es un lugar elegante y con solera. Cenamos en el restaurante de socios y a continuación hablamos, tranquilamente, en la sala biblioteca, rodeados de libros de todo tipo y de bustos de bronce. Joaquín me cuenta que aquí celebra reuniones de negocios con personas que vienen de fuera de Nueva York, porque la localización es muy buena. El club tiene además gimnasio, pista de squash y salas de reuniones. Confiesa que se siente muy a gusto, es bienvenido, algo que se palpa en el trato y en los saludos. También me cuenta, y lo hace con cierta añoranza, que este club trabaja el concepto de alumni, estudiantes de Princeton, que sienten orgullo de serlo y que hacen todo lo posible por mantener el contacto con la institución, apoyando al club para que sea un referente intelectual, un símbolo identificador y un nexo de unión. A cambio obtienen una gran satisfacción y una importante fortaleza emocional. Es asimilable al sentimiento Paulino, eso sí, en dimensión americana.

Para mi sorpresa, recuerda mi intervención en el acto inicial de la I Convención Nacional del Foro Mayor San Pablo, en verano de 2015. Era uno de mis últimos días en el Colegio y lo recuerdo con emoción. Este generoso gesto puede parecer baladí, pero siento que nos acerca un poco más.

.

Tras compartir recuerdos y sentimientos que nos evoca el Colegio, yo le pregunto qué circunstancias le llevaron a estudiar al San Pablo.

Siempre hay una razón particular por la que estudiamos en el Colegio, en tu caso, ¿qué te hizo ir de Almería a Madrid y, concretamente, al San Pablo?

Mi época era la de los distritos universitarios, a mí me correspondía Granada o Murcia, dependiendo de la carrera. La mayoría de mis amigos estudiaban en Granada. Yo tenía claro que quería estudiar en Madrid. Eso implicaba estudiar COU en Madrid para tener acceso a una universidad pública allí. Estudié COU en el CEU, que entonces estaba en General Oráa con Claudio Coello. Viví ese primer año en una residencia de Agustinos cerca del colegio.

En COU, en el CEU, había una asignatura de religión que no contaba a efectos académicos. La impartía el profesor Patricio Erráez, que era subdirector del San Pablo. En mi clase de COU también tuve un compañero, Roberto Moreno, que estaba en el San Pablo. Gracias a ellos fui alguna vez al Colegio y fue determinante para que estudiara la carrera allí. Mi proceso de entrevista fue peculiar, porque el subdirector me daba clase, yo frecuentaba el Colegio y ya vivía en Madrid. Entré en el San Pablo en 1984.

No tenía una vocación clara, y decidí hacer Ingeniería Industrial. En la segunda clase de Física de Laboratorio, donde todos se emocionaban porque los electrones saltaban, ya percibí que me había equivocado. Lo viví en silencio, y hasta Navidad no tuve valor para plantearlo a mi familia. El Director del Colegio, Moncho Guerrero, me ayudó a tomar la decisión. Conservo la carta que escribió animándome, reconociendo que era algo que pasaba y que lo importante era rectificar a tiempo. Como no podía cambiar hasta el curso siguiente (tenía que cambiar de la Universidad Politécnica a la Complutense), continué los estudios y aprobé algunas asignaturas. Quería demostrar que no era una cuestión de capacidad. Fue una decisión muy difícil de tomar y de compartir. Tenía un excelente expediente en bachillerato y en COU, y este cambio lo viví como un gran fracaso. Ahora doy gran valor a aquella decisión, me doy cuenta de que ciertamente las debilidades, bien gestionadas, se tornan fortalezas. El apoyo que me dieron en el San Pablo fue fundamental.

Al año siguiente empecé Empresariales en la Complutense, en el campus de Somosaguas. Estudié toda la carrera en el Colegio, en el que viví hasta junio de 1990. Para mí, la época universitaria es el San Pablo.

Mi hermano también vino a estudiar a Madrid y vivió dos años en el Colegio, pero al cabo de dos años decidió continuar en Granada.

Recuerdo el Colegio con añoranza, es uno de los sitios que más huella ha dejado en mi vida. Mis mejores amigos son del San Pablo. Luego he hecho muchas otras cosas, he hecho amigos estupendos, pero no es lo mismo. Las relaciones que se forjan conviviendo en el Colegio son muy diferentes. Es como una pequeña sociedad, encuentras personas de diferentes sitios, brillantes, no tan brillantes, cercanas, complicadas, gente de todo tipo. La vida es así y el Colegio te prepara para lo que te encuentras al salir de sus muros.

En tu currículo consta que posteriormente completaste tus estudios con un MBA.

Cuanto acabé la carrera me fui a Barcelona a hacer el IESE. Mis padres trabajaban en el sector público y yo quería trabajar en el sector privado. Dudaba entre aceptar un trabajo en el Banco de Crédito Industrial o hacer el MBA. Tenía 23 años, y gracias al apoyo de mi novia, ahora mi mujer, decidí ir a Barcelona.

Lo más importante de un MBA no son los contenidos sino el propio proceso de aprendizaje, la conceptualización y abstracción de problemas concretos. Al menos en el método de la Harvard Business School que se sigue en IESE.  Se trata de aprender a priorizar, trabajar bajo presión, buscar armonía entre la vida personal y laboral, aprender a organizarte, en definitiva, desarrollar un armazón conceptual para entender el mundo.

Yo aconsejaría al que vaya a iniciar un MBA hacerlo con experiencia laboral. De hecho, ahora estoy en el Consejo de alumni del IESE de Nueva York y la experiencia laboral es requisito indispensable para el acceso.

Otro factor destacado del MBA es el “networking”. Es importante conocer personas, empresas, sectores y sitios del mundo. Yo aproveché esa oportunidad. Ahora echo la vista atrás y mis compañeros de clase son personas con importantes responsabilidades en distintos ámbitos. Igual ocurre con el San Pablo.

En Barcelona viví dos años inolvidables. Era el año 1990 y la ciudad estaba volcada con los Juegos Olímpicos del 92. He estado hace poco en Barcelona en el 25 aniversario de mi graduación. Me he sentido muy decepcionado. La ciudad ha cambiado. Conocí una Barcelona en la que todo el mundo era bienvenido, daba igual el idioma, las ideas…, era una ciudad abierta, vital. No me pareció que sea así ahora. Es una pena.

 

Joaquín tiene una dilatada carrera financiera, ha trabajado en distintos bancos y recorrido muchos países. Se podría pensar que un perfil así es fruto del azar, consecuencia de estar en el lugar adecuado en el momento preciso. Pero lo cierto es que la inspiración te tiene que encontrar preparado y trabajando. En tu caso pensamos que así ha sido, y seguro que a este éxito que ahora percibimos le precede mucho esfuerzo y renuncia. ¿Qué puedes compartir de esa trayectoria?

Cuando concluí el IESE me incorporé al Banco de Negocios Argentaria, que se acababa de crear. Tras tres años trabajando pensé que si quería hacer algo relevante en el sector financiero tenía que salir de España. Me ofrecieron un trabajo en Londres, en Bank of America y, con mi mujer y nuestro hijo, que entonces tenía 6 meses, apostamos por irnos. Mi mujer es abogada, trabajaba en Madrid, en Mapfre, y dejó el trabajo para podernos desplazar en familia. Pronto buscó trabajo en Londres, a través de Mapfre, y allí tuvimos nuestro segundo hijo.

Esta fue nuestra primera apuesta, no exenta de riesgos y de renuncias. Tres años después me ofrecieron volver a Madrid, continuando en Bank of America; me ofrecieron ser banquero, y estuve otros tres años. Fue entonces cuando se produjeron fusiones de muchas entidades. Algunas fueron un auténtico “baño de sangre” y no hablo de las españolas. En mi caso, en 1998, Bank of America fue adquirido por Nations Bank. El banco redujo su presencia en Europa concentrando muchas operaciones en Londres. Poco tiempo después el euro entró en vigor y se llevaron varios departamentos de Madrid a Londres. Yo me quedé siendo el country head de Bank of America para España y Portugal y llevaba Debt Capital Markets en Europa Continental. Es lo que más había hecho hasta entonces como banquero, originación de deuda. Al desarrollar estas dos funciones, tenía que pasar 3 o 4 días a la semana en Londres. Vivía en el aeropuerto, hasta el punto de que en Heathrow, en el mostrador de facturación de Iberia me conocían por mi nombre.

Tras cuatro años a ese ritmo decidí cambiar la situación, y me fui al Santander, que era ya un Banco de gran importancia. Mi labor se centró en crear un equipo de originación de renta fija. Empecé por España y Europa. En pleno desarrollo de esta labor, recibí una llamada de mi jefe. Recuerdo que estábamos de vacaciones, esquiando en Andorra, y me citó en Madrid inmediatamente, sin decirme por qué ni para qué. Yo tampoco lo pregunté, pero pensé que sería algo positivo. De lo contrario ya me lo habría dicho…

Cuando llegué esa noche a Madrid, me informaron que había dimitido el Director General de banca mayorista en Chile y querían que le sustituyera. La respuesta tenía que darla en aquel momento, pero ante mi insistencia de que tenía que consensuarlo con mi mujer, pude posponer la decisión… ¡Al día siguiente!.

Y un día después ya estaba en Santiago de Chile. Es un país espectacular. Solo tiene dos pequeñas incomodidades: que realmente está muy lejos, y que el Hemisferio Sur, con las estaciones al contrario, implica que el calendario del curso escolar sea diferente. Eso crea un poco de desorden familiar.

De nuevo estuvimos tres años e hice excelentes amigos y buenos contactos. Ahora parte del negocio lo hago con Chile, uno de mis socios es chileno y sigo viajando allí bastante.

De Chile vine a Nueva York, al Banco Santander, como Director General de banca mayorista en EEUU, y sigo en esta ciudad, que es en la que más tiempo he vivido fuera de España.

En la alta dirección del banco trabajé con Adolfo Lagos, que en paz descanse, del que tengo un recuerdo muy especial. Como Director General de banca mayorista era mi jefe directo. Era mexicano y había sido Consejero Delegado de Serfin, uno de los grandes bancos de México, posteriormente adquirido por Santander. En esos años, con su liderazgo, el negocio mayorista del Santander creció muchísimo. Teníamos el Comité de dirección una vez al mes, rotando cada mes en los países grandes en los que teníamos negocio. Era un apasionado de la bicicleta y por eso en julio el Comité se celebraba en Francia, para después del Comité subir algunos puertos del Tour. En 2012 subimos el Alpe d’Huez. Todavía recuerdo la emoción cuando llegué arriba, casi se me saltaron las lágrimas: ¡Qué esfuerzo!

También trabajé con José Antonio Álvarez, que es el actual Consejero Delegado y entonces era el Director Financiero. En la última época en Estados Unidos con Alfredo Sáenz y con Jorge Morán. Jorge es colegial un par de años mayor que yo. Había coincidido con él en el San Pablo, yo de novato y él ya veterano. Mi apodo colegial, que aún tengo y todos usan, Capri, fue idea suya.

En 2013 me propusieron volver a Madrid, pero el proyecto profesional no me interesó. Tenía un hijo con 17 años, que iba a iniciar la Universidad, había desplazado a mi familia cuatro veces de país, así que, finalmente, decidimos quedarnos aquí.

Esta decisión conllevaba que ya no podía seguir en el Santander. Estuve trabajando en un broker dealer pequeño que quería desarrollar Latinoamérica. Aunque mi idea era crear un negocio en EEUU, en ese momento me parecía muy difícil, porque necesitaba conocimientos y contactos que no tenía. Pero pasados dos años tomé la decisión de iniciar el negocio por mi cuenta. Fue un cambio increíble. Pasé de un engranaje enorme, como el Santander, a una micro empresa. Tenemos un equipo estupendo. La competencia es muy dura porque no tienes el sello de Santander o Bank of America y lo fundamental para competir como Four Trees Merchant Partners es tu propia reputación, las credenciales y la experiencia del equipo. Es lo que marca la diferencia. Al margen del dinero, en cada operación se pone en juego tu reputación profesional, que es el mayor activo.

 

Cuando una experiencia ha funcionado bien, se dice muy fácil eso de montar un negocio, ser emprendedor, llevar las riendas de tu vida, y casi se asocia con éxito inmediato; pero suponemos que tiene que generar un vértigo importante, es una aventura en la que no se comparten riesgos y que, para bien y para mal, arrastra a la familia. Nosotros siempre nos preguntamos si se requiere tener un perfil especial, si hay personalidades que necesitan ese riesgo para sentirse bien, si es un tema de responsabilidad social o hasta de providencia, porque a veces son las circunstancias y el entorno los que te inducen a ello.

Pues en mi caso fue una mezcla, sí. Yo no podía seguir en el Santander y mi socio en ese momento estaba iniciando un negocio en Madrid, así que unimos nuestros esfuerzos. Para una boutique pequeña de Madrid, tener una antena y licencias para operar en Nueva York es esencial para desarrollar este tipo de negocio. Son licencias personales y todos los grandes bancos las tienen. No así la mayoría de firmas pequeñas. Es un gran valor añadido para nosotros. Decidimos integrar ese esfuerzo paralelo.

Nuestro principal negocio, junto con el asesoramiento financiero es, por un lado, buscar inversores americanos interesados en proyectos en España y América Latina y, por otro, buscar inversiones en Estados Unidos para potenciales inversores extranjeros.

Tenemos también un prototipo de modelo de gestión patrimonial. Comenzamos con nuestro patrimonio y el de personas cercanas. Hacemos un análisis integral de la situación patrimonial, incluyendo situación familiar y personal, horizonte temporal, necesidades de liquidez, tolerancia al riesgo…. Sobre la base de este estudio recomendamos tomar acciones de inversión. Nuestra labor es puro asesoramiento. No vendemos productos concretos de inversión. El cliente puede elegir con quien llevar a cabo la operativa, con nosotros o con sus bancos tradicionales. Nosotros sí es cierto que podemos aglutinar inversores para aumentar la capacidad de negociación (por ejemplo en comisiones).

En España montar una empresa es un proceso más lento y complicado que en Estados Unidos. Sin embargo, en el ámbito financiero la regulación aquí es muy exigente y mucho más compleja.

 

Suponemos que en el día a día el nivel de riesgo y de tensión es muy importante y, por lo que nos has dicho, siempre has encontrado en la familia el apoyo necesario para arriesgar y seguir adelante. ¿Cómo te has planteado la educación de tus hijos habiendo vivido en sitios tan diferentes?

Cuando son pequeños no hay grandes dificultades, se van adaptando y aprendiendo de todo, nuestra estabilidad es la suya y les enriquece participar de diferentes culturas.

Mi mujer trabajó muchos años como abogada en Mapfre y cuando fuimos a Chile decidió dejarlo. Ahora se ha reinventado. Le gusta la literatura, hizo un máster y luego se doctoró en la City University of New York. Su especialidad es la interacción entre Derecho y Literatura. Da clases en City College y Fordham University. Vivimos en un ambiente de estudio permanente.

Tenemos tres hijos, el mayor está en Madrid. Es un artista, estudia producción musical y vive con los abuelos. El segundo ha acabado la carrera hace poco en Bowdoin College, con un doble grado en Historia y lo que aquí llaman Gobierno y Estudios Legales. Trabaja en Boston, en una empresa de software para hedge-funds. La pequeña empieza ahora en Emory University en Atlanta. Yo creo que se parece a mí porque aún no sabe muy bien qué hacer. Ha conseguido ser admitida en una universidad muy prestigiosa. Aunque la calidad de las universidades varía mucho, el alto precio es muy similar para todas ellas. Por eso este esfuerzo realmente compensa cuando se consigue acceder a universidades de primer nivel.

 

Qué interesante, entonces el prestigio de la Universidad está garantizado por los resultados de los alumnos, no hay un cruce entre notas y posibilidad económica para costear una Universidad u otra.

Así es, aunque hay excepciones, casi todas las universidades cuestan más o menos lo mismo y a las excelentes sólo acceden los mejores expedientes.

La educación es diferente. Al principio de la carrera los contenidos son muy generalistas y se incide más en otras habilidades. Aquí se trabaja en clave “critical thinking”, te dan una idea y debes defenderla, independientemente de que se esté de acuerdo o no. Es retórica, dialéctica…. La comunicación es clave. Yo estoy a años luz de mis hijos en expresión escrita y oral. En España no se pone mucho foco en enseñar esta faceta que es fundamental. Aquí también se da mucha importancia a cómo y dónde obtener la información. En España se trabaja más memorizando. Son modelos diferentes. Con esos cimientos es a partir del postgrado cuando se produce una especialización muy acusada.

El método en Estados Unidos me recuerda a los foros y tertulias que se propiciaban en el San Pablo. Teníamos foros formales como el Club de Economía y otros informales, en los que defendíamos temas polémicos, incluso votando diferentes opciones. Manteníamos interminables tertulias, con personas diversas y con opiniones y experiencias de vida contrapuestas; aprendes a escuchar, a debatir y a rebatir, y eso es muy importante.

El Colegio sigue dando importancia a la conversación y la retórica y se siguen organizando cenas coloquio, seminarios temáticos, obras teatrales o equipos de debate. ¿Qué actividades culturales te dejaron huella?

En mis años de colegial también se fomentaba la diversidad, que nos enriquecía en valores. Esa diversidad a veces era fuente de conflictos, pero la vida también consiste en saber gestionar las dificultades.

Todavía recuerdo algunas cenas en el Colegio, en particular una con Marcelino Camacho, Secretario General de CCOO y dirigente entonces del Partido Comunista de España. Fue apasionante. Tenía una visión del mundo, una capacidad de análisis y una oratoria increíbles. Estaba en una posición política y tenía una experiencia vital, -la Guerra Civil, activismo comunista y sindicalista, años de prisión en Carabanchel-, que le colocaba en las antípodas de muchos de los allí presentes. Esa cena fue una preciosa lección de convivencia.

En esos días en el San Pablo vivimos una época muy especial para España, como fue la plena incorporación a Europa y, por tanto, al mundo (OTAN, Comunidad Europea…). Marcelino Oreja era entonces Secretario General del Consejo de Europa y gracias a él tuvimos la posibilidad de visitar las instituciones europeas en Estrasburgo y Bruselas y conocer de primera mano un gran proyecto de construcción europea que, precisamente, enfatiza todo lo que nos une. Da tristeza ver que hay sectores que cuestionan, no solo este proyecto, sino incluso los valores en los que se basa.

Es esencial participar en encuentros, escuchar ideas diferentes, analizarlas, contrastarlas y sacar conclusiones con conocimiento de causa. No hace mucho asistí en la City University a un acto en el que intervenía Pablo Iglesias como invitado. Acudí con una genuina curiosidad porque lo tenía por intelectual profundo y brillante polemista. Me interesaba mucho entender sobre qué bases construía su posicionamiento político. Ese día su intervención fue mediocre, pobre de argumentos, llena de respuestas evasivas e incluso con grandes lagunas conceptuales en determinados campos, el económico entre ellos.  Nada que ver con la cena con Marcelino Camacho a la que he hecho referencia. Una decepción, porque España merece políticos excelentes en todo el arco ideológico.

En todo caso lo importante es exponerse a lo diferente, escuchar otras ideas, cuestionarlas y aprender de ellas, el conocimiento siempre es positivo. Estoy convencido de que el conocimiento nos une y la ignorancia nos distancia. Me inquietan esas personas que se obcecan en señalar las diferencias y en separar. Esto también se aprende con los años, con la experiencia de vida.

Por eso vuestra iniciativa de estos encuentros y su difusión me parece muy interesante, porque además de contribuir a mantener el vínculo con la institución y con todos los que sentimos esta pertenencia, facilita el contraste de ideas.

 

Tú siempre te has dedicado al sector privado, y ahora percibimos que entre lo público y lo privado parece que se ha abierto una brecha, que se hablan distintos idiomas, que se persiguen objetivos diferentes. No hay grandes profesionales de lo privado que estén dispuestos a participar en política. Quizás el estigma de la excesiva exposición, la persecución mediática y la diferencia de sueldos no hacen atractivo el servicio público y, sin embargo, es absolutamente necesario. Hemos pasado de considerar que las responsabilidades públicas eran el broche a una buena carrera, a huir de lo público.

Efectivamente, recuerdo que en mi época del Colegio todo se miraba desde la órbita de la Administración del Estado. Fueron años en los que muchos miembros de la ACDP habían ocupado y ocupaban cargos relevantes en el Gobierno, y el concepto más genuino de “servicio público” y “bien común” se percibía muy vivamente.

Debo reconocer que siento cierto anhelo en ese sentido. Este es uno de los grandes temas que actualmente me ronda la cabeza, sobre todo desde que vivo en los Estados Unidos, donde se transpira que todos debemos, por principio de responsabilidad, devolver a la sociedad parte de lo que hemos conseguido. Aquí es habitual dedicarse a la política o a la Administración Pública tras una carrera en el sector privado por ese sentido del deber. Y no solo política y administración. También fundaciones, organizaciones de caridad…

Es una ventaja llegar a la política con bagaje multidisciplinar. No se puede llegar sólo por llevar muchos años en un determinado partido y haber pegado carteles desde los 16 años, o por llevar muchos años de funcionario. La rigidez del sistema de Administración Pública en España no ayuda.

En España no sé cuál es la razón de esta dicotomía tan radical publico/privado. No son conceptos contrapuestos, se complementan. Es necesario priorizar la eficiencia de uno u otro, según los casos, y que se compartan mejores prácticas de uno y otro para mejorar la sociedad.

Echo de menos hacer ahora algo concreto por España, aunque honestamente no sé muy bien qué ni cómo.

 

Esto nos recuerda al doctor Valentín Fuster, al que yo, Xabier, tuve la fortuna de escuchar, aquí en NY, en una cena coloquio, y desde entonces le sigo con interés, leo sus libros y escucho sus conferencias en Youtube. Él nos planteaba que para llevar una vida equilibrada, para pensar en una salud integral, hay que combinar siete factores, que los designa como 4T (Tiempo, Talento, Tutoría, Transmisión) y 3A (Altruismo, Aceptación, Autenticidad). Una de las A es, precisamente, el altruismo, la necesidad de hacer algo por los demás. El egoísmo es cicatero, te mina, a medio plazo no te deja satisfecho. Quizás la felicidad absoluta es una quimera, y lo que de verdad nos hace felices es la satisfacción personal que produce ayudar, sentirte útil para los demás. El impacto emocional que ello produce es fuente de equilibrio, de armonía y, en consecuencia, de salud.

Así es, la ciudadanía te garantiza muchos derechos, pero conlleva responsabilidades para, precisamente, garantizar el cumplimiento de esos derechos. El concepto de “hay que devolver a la sociedad parte de lo que la sociedad nos da” está en el ADN de la sociedad norteamericana. En EEUU el mecenazgo es muy común, todo el que tiene da, incluso el que tiene poco da algo, su sentido de ciudadanía así lo exige. Aquí serían incomprensibles las críticas a las donaciones de Amancio Ortega a la Sanidad española. Incluso creo recordar que en alguna ciudad se rechazaron, es insólito. Es la ingratitud en grado sumo, y yo he crecido en la creencia de que es de bien nacido ser agradecido.

 

En tu curriculum vemos también que fuiste miembro del Consejo Asesor del Mercado de Capitales del Ministro de Hacienda de Chile, y que también has estado en la Cámara de Comercio de España en Nueva York.

Felipe Larraín, Ministro de Hacienda en el primer gobierno de Piñera, tenía un proyecto para hacer del mercado de capitales en Chile el modelo a seguir en la región, y que Santiago se convirtiera en el centro financiero de Latinoamérica. Se creó en junio de 2010, justo cuando yo me venía a Nueva York, pero me mantuvieron en el proyecto porque precisamente era muy útil recoger la práctica de mercados internacionales y aplicar lo que fuera conveniente a Chile, Se abordaron muchas reformas, sobre todo en temas de información privilegiada. Con el cambio de gobierno en 2014, el proyecto decayó y yo salí del mismo. En 2018 volvió Piñera y Felipe Larraín vuelve a ser ministro y algunos temas se están retomado. Es indudable que Chile ha progresado muchísimo en temas regulatorios. Para mí fue una experiencia magnífica.

En la Cámara de Comercio de España en NY estuve en representación del Banco Santander. Fue también muy interesante, porque la función de las Cámaras de Comercio está en plena redefinición. Su labor tenía mucho sentido hace unos años, cuando el acceso a la información sobre nuevos mercados era más dificultoso. Siguen siendo útiles, pero hay que replantear su papel. Mi percepción es que está muy centrada en la comunidad española, si me apuras, latina, pero con escasa influencia fuera de ella. Entiendo que lo que hay que conseguir es un impacto relevante en el mercado en Estados Unidos, cosa que no ocurre.

 

Acostumbrado a gestionar fondos de forma muy eficiente, nos interesa, de manera particular, conocer tu opinión sobre el endeudamiento público, ¿podemos estar a las puertas de otra burbuja con riesgo de explotar?

Como en todo apalancamiento es clave que el rendimiento de las inversiones financiadas con deuda sea superior a su coste. Si esto es así no habría ningún problema. Es cierto que en algún caso podría haber tensiones de liquidez, pero no de solvencia.

El verdadero problema es el uso de los fondos. Si el rendimiento de las inversiones del Estado es inferior al coste de su deuda, podemos entrar en esa espiral y producir una burbuja con riesgo de explotar. No creo que estemos aún ahí.

Pero el Estado debe acometer inversiones que no son rentables desde el punto de vista económico para garantizar servicios que la sociedad necesita, lo cual implica un gran rigor en el uso de fondos, que no siempre se da. Con rigor en el uso de esos fondos se reduciría el gasto y por tanto la necesidad del recurso a la deuda. También el nivel potencial de déficit estaría acotado.

Además, si aceptamos esta dinámica es lógico pensar que el Estado podría contar con mayores recursos para su labor, debido a la mayor creación de riqueza, producto de las inversiones con rendimientos por encima del coste del resto de los agentes económicos. Más riqueza lleva a un incremento de la recaudación fiscal, pero no por un mayor tipo impositivo sino por una mayor base. La lucha contra el fraude, obviamente, también es capital en este esfuerzo de equilibrio de las cuentas públicas.

Por último, el caso de la deuda pública de los EEUU tiene una particularidad, y es que se podría emitir deuda, casi sin límite, mientras el mundo siga teniendo el dólar como moneda de referencia principal. Es una de las premisas en las que se basó la actuación de la Fed en 2008.  Bernanke será reconocido en el futuro por ello. Creo que merece un monumento tan grande como la Estatua de la Libertad

 

Este planteamiento puede parecer viable en países menos acostumbrados al gasto público, pero en Europa, ¿crees de verdad que es posible una reducción drástica del gasto? Socialmente recortar es impopular y pasa factura electoral a los gobiernos que llevan a cabo esas medidas.

Sin duda, la teoría económica parece a veces estar reñida con la realidad, pero no es así. El sector público debe llegar a donde no llegue el sector privado y asegurar unos mínimos de bienestar a la sociedad. Pero de ahí a encargarse de todo hay un abismo. En Europa se está mal acostumbrado, se mira al Estado como la solución a todos los problemas. No parece que esta tendencia haya cambiado.  Además, sector público/sector privado no son antónimos. Son dos complementos de la misma realidad, que han de funcionar donde sea más eficiente o necesario uno u otro.

Es posible que a día de hoy parezca utópico, pero es claro que el peso del sector público en las economías de la Europa Continental tiene que reducirse. Un Estado que intervenga para conseguir la mayor igualdad social posible es moralmente necesario, pero debe tener el límite de lo sostenible desde el punto de vista económico.

 

En España está siendo muy controvertido el actual sistema de pensiones. Muchos de los perceptores lo consideran insuficiente, pero parece que resulta insostenible a medio y largo plazo.

El sistema público de pensiones español es técnicamente insostenible. No sé si aún queda alguien formado que cuestione esta premisa. Entonces, ¿por qué no se afronta el problema?, ¿por qué hay tanta demagogia con promesas incumplibles?

El sistema actual es además insolidario entre generaciones. Los jubilados no están dispuestos a revisar o renunciar a parte de unos derechos adquiridos en unas condiciones totalmente distintas a las actuales. Como no se puede sostener, esta situación contribuye a la precariedad laboral de las nuevas generaciones. No hablo de si es justo o no revisar estos derechos adquiridos cuando “has cotizado toda la vida”. Pero me temo que esa revisión es necesaria. Y para ello hay que ser generoso y solidario. Y no parece haber ni generosidad ni solidaridad.

De nuevo la simbiosis publico/privado sale a escena. Abogo por un sistema privado de pensiones, donde el Estado, además de regular y supervisar, cubra los déficits que puedan existir en ciertos colectivos. En realidad, es un sistema privado/público donde el Estado ejerza su función de garante de unos mínimos.

Por eso tampoco quiero para Europa un sistema como el que tiene EEUU. Desde el punto de vista social aquí hay situaciones dramáticas.  Hay personas muy mayores que no pueden jubilarse (no es obligatorio), porque no tienen ahorros y no podrían hacer frente al más mínimo gasto. Y no digamos si caen enfermos. Esto produce una exclusión social muy acusada. Es desoladora la situación de los “homeless”, los vagabundos, que tanto se ven en este país, que se supone el más rico del mundo. Pero, ¿cómo no vas a abordar una situación tan grave con cobertura pública? Pues eso, que parece obvio a cualquier europeo, es una de las principales batallas políticas en Estados Unidos.

Cuando vives en Estados Unidos te das cuenta de lo bien que funcionan muchas cosas en España de las que allí nos quejamos.

Querría por último añadir un comentario sobre un aspecto cultural que tiene mucha importancia. Se ven pocos vagabundos de origen latino. La razón no es otra que el apoyo familiar. La familia en nuestra cultura latina es un pilar fundamental de apoyo a sus miembros, y este apoyo minimiza los efectos de un sistema muy deficiente.

 

Es inquietante saber que, tal y como está configurado, el sistema de pensiones es insostenible y, sin embargo, no parece que se estén planteando alternativas viables.

Yo he planteado anteriormente la mía con el binomio privado/público. Un ejemplo de país donde el sistema privado de pensiones funciona es Chile. Es cierto que les falta avanzar mucho en la parte que tiene que cubrir el Estado, pero el sistema funciona y mejora poco a poco.

Como he dicho antes, son necesarias, además del rigor, la generosidad y la solidaridad. Por eso tengo que reconocer que no entiendo a algunos grupos de mayores (y yo me encuentro más cerca de ellos) que no sólo no renuncian a sus privilegios, además reivindican incrementos sin considerar esa inviabilidad a largo plazo y sin pensar en las consecuencias para las generaciones más jóvenes.

 

Dices que el papel público debe disminuir en Europa. ¿Debería aumentar en EEUU?

No. Aquí el problema es diferente. Es más de reparto relativo que de gasto absoluto. En primer lugar, hay que diferenciar el presupuesto federal de los presupuestos estatales. Como he descrito anteriormente, la situación de las pensiones o la sanidad es muy deficiente. El gasto federal y estatal es ridículo en términos relativos en Seguridad Social o Sanidad y, sin embargo, es gigantesco en otros, como por ejemplo en Defensa o en Seguridad. Creo que aquí se trata más de una ponderación distinta del gasto.

Queda claro tu compromiso con la necesidad de que los sistemas garanticen una justa redistribución social, y nos recuerda el análisis que sobre este tema hace Hans Rosling, en su esperanzador libro Factfulness. Según sus datos, EEUU gasta en asistencia sanitaria más del doble per cápita que otros países capitalistas -alrededor de 9.400 dólares frente a aproximadamente 3.600-, y con ese dinero la esperanza de vida de sus ciudadanos es tres años menor, hasta el punto de que 39 países tienen una esperanza de vida mayor. Para Rossling la asistencia sanitaria en EEUU es víctima de la mentalidad de perspectiva única, o la absurda idea de que el mercado puede solucionar todos los problemas de una nación, para concluir que el reto es encontrar el equilibrio justo entre regulación y libertad. Y añade que un país no puede funcionar sin un Gobierno, pero el Gobierno no puede solucionar todos los problemas. Ni el sector público ni el privado, de manera aislada, son siempre la respuesta.

Parece ser que el instinto de la perspectiva única rige también el estereotipo colectivo que identifica a las personas que trabajan en bancos y entidades financieras como tiburones o vampiros, obsesionados por los beneficios en interés propio. Ahora han surgido los llamados “fondos sociales”, que destinan parte de sus beneficios a obras sociales. ¿Qué opinión te merecen?

Después de la última crisis económica me hicieron una entrevista en un diario financiero de Chile y abordé el tema de los “vampiros” en detalle. El titular, quizá algo sensacionalista, fue algo así como “Banca: no se puede meter a todo el mundo en el mismo saco”. En el sector financiero, como en cualquier otro, el comportamiento de la gran mayoría de los profesionales es impecable. Intentamos hacer el trabajo lo mejor que podemos para generar riqueza. Eso es legítimo, y en la inmensa mayoría de los casos se trabaja con rigor. Pero esto no es noticia, los medios y la ciudadanía se quedan con el escándalo, con la irregularidad, aunque sea la excepción. Y a veces con información incompleta, no suficientemente precisa o llanamente manipulada.

Cuando yo trabajaba en Bank of America hubo un fraude en Italia con Parmalat, una compañía lechera. El senior banker y el jefe de riesgos del Banco acabaron en la cárcel. Como yo pertenecía a la división del sur de Europa me encargaron la reestructuración de esa deuda. Las irregularidades las habían cometido dos personas de un colectivo de 4.000, y su efecto económico fue casi irrelevante, pero salió en toda la prensa, la televisión… era la excepción, pero esa excepción era la noticia, y no la labor de las otras 3,998 personas.

En cualquier caso, en el modelo que tenemos, el de mercado, es indispensable la figura del intermediario financiero, porque es el “multiplicador del crédito”. Esta función es esencial para dar gasolina a la economía, generar riqueza y aumentar el bienestar. Sin ese efecto multiplicador la economía se para. El problema es que ese efecto multiplicador se basa en la confianza y casi exclusivamente en la confianza. Basta que se empiece a cuestionar esa confianza para que el proceso se desmorone. Y la velocidad del proceso de creación de confianza y destrucción de la misma no es simétrico. Me temo que la velocidad de destrucción es mucho mayor y con crecimiento exponencial. Construirla, y sobre todo restaurarla, es un proceso muy lento.

Afortunadamente el sector financiero está compuesto en su inmensa mayoría por profesionales honrados que generan mucha riqueza, muchos empleos y además contribuyen a que la riqueza se distribuya.

En cuanto a la distribución de la riqueza es también fundamental. El modelo capitalista necesita intrínsecamente una masa crítica de consumidores. Si no se da, es el fin del capitalismo. Ahora bien, si lo que se tiene en la cabeza es otro modelo, si se aboga por ser antisistema, como algunos partidos, el debate es diferente. La tragedia es que, con todos sus defectos y problemas, con ningún otro modelo se han alcanzado los niveles de bienestar que el modelo capitalista ha logrado. Un cambio de modelo puede implicar que la sostenibilidad del estado del bienestar devenga en algo inviable.

En cuanto a los fondos sociales hay una clave: “La mejor manera de tener un impacto desde un punto de vista social, es hacerlo de tal modo que funcione también desde el punto de vista financiero”. Es un poco el principio de “si tienes hambre no le des un pescado, enséñale a pescar”. Si se pone en marcha una iniciativa con fines sociales que no tenga retorno económico, su impacto será mucho menor. Hay que conseguir que los proyectos funcionen financieramente, generen interés y por tanto fluya una cantidad suficiente de recursos para que tengan impacto.

Un ejemplo real es la generación y distribución de energía eléctrica mediante microrredes. Aun en 2019, en el mundo hay más de 600 millones de personas sin acceso a la energía eléctrica y la solución más razonable es la de microrredes. Pues bien, se llevaba trabajando años con escaso impacto porque el modelo no generaba beneficios, no había inversores. Sin embargo, en los últimos dos años este modelo está empezando a generar rentabilidad y los fondos fluyen en cantidad suficiente para que los proyectos se lleven a cabo. Se está realizando con éxito en India y aquí, en EEUU, en un barrio muy marginal. Lo que ha cambiado es la estructura del negocio y la estructura de la financiación. Por eso yo insisto en que no se trata tanto de dedicar beneficios a programas sociales, sino de hacer de programas sociales proyectos de éxito.

Otro tema importante es el de la responsabilidad social, que la deberíamos hacer consustancial a nuestra vida. No se trata sólo de tener un departamento de RSC, la propia empresa debe ser socialmente responsable. No se puede descargar la responsabilidad en un departamento concreto, tenemos que conseguir que forme parte de la cultura empresarial.

 

Cambiando ligeramente de ámbito, ¿A qué achacas la fortaleza que el dólar está mostrando?

Hay quien lo atribuye a Trump, pero yo creo que no tiene nada que ver con él. Las decisiones económicas están siendo tomadas por otras personas. Este país está creciendo a un ritmo superior a Europa o Japón. Y, aún con caídas, los tipos de interés del dólar siguen siendo superiores al resto de grandes divisas.

Adicionalmente, es la moneda referencia, no hay otra con esa preponderancia. Yo veo al dólar en su sitio. Recuerdo que cuando se creó el euro, el tipo de cambio estaba entre 1.15 y 1.19. Yo he vivido en este país con el dólar casi a 1.6. Al viajar a España todo era ridículamente caro. Estos niveles (entre 1.10 y 1.20) son consistentes con sus fundamentales, y no creo que vaya a sufrir alteraciones drásticas.

 

¿Qué opinión te merecen el Blockchain o el bitcoin, como productos novedosos?

El concepto blockchain me parece potente. Otra cosa es su implantación, quién lo maneja y quién lo controla. El reto es más de ejecución, pero estoy convencido de que el concepto triunfará.

El bitcoin es diferente. No creo que ninguna criptodivisa vaya a acabar con las divisas tradicionales. Pero puede ser que no lo comprenda bien. Quizás por desconocimiento lo vea como un sistema manipulable, y la banca, desde siempre, se ha basado en la confianza; ahora bien, si se consigue generalizar será un cambio histórico.

En todo caso, la volatilidad que tienen los mercados de criptomonedas, por el momento, le resta credibilidad. No acabo de descifrar cuáles son los factores clave que mueven esos mercados y ello me hace ser escéptico al respecto.

Volviendo al ámbito personal y pensando en la presión del trabajo, unida a sucesivos traslados, suponemos que la vida familiar no ha sido fácil, y que cada logro profesional habrá conllevado renuncias personales y familiares. Ahora, que todos hablamos de conciliar, nos gustaría conocer cómo lo has vivido tú.

Efectivamente no es fácil. Yo lo que he tenido siempre, afortunadamente, es un apoyo absoluto de mi familia. Algunas decisiones las acordábamos juntos, en otras ellos han confiado en mi criterio o yo en el suyo. De lo contrario no habría sido posible. Mi mujer renunció a su carrera de abogado, pero luego ha sabido reinventarse con un proyecto magnifico. Mi agradecimiento y admiración es total. Ello ha contribuido, sin duda, a que mis hijos también lo hayan vivido con naturalidad. Vivir en diferentes países estrecha el núcleo familiar, nos ha hecho una piña. El entorno ha ido cambiando, pero nosotros somos los mismos allí donde estemos.

Creo también que a mis hijos las decisiones que hemos tomado les han favorecido, porque han conocido lugares y participado de culturas y valores que emocional, cultural e intelectualmente les han enriquecido y fortalecido.

 

Suponemos que la situación también es diferente cuando trabajas por cuenta ajena que cuando llevas tu propio negocio.

Lo que la hace más diferente es que ahora vivo otro momento familiar, mis hijos empiezan a tener vida propia, así que hay menos necesidad de conciliación.

Es cierto que trabajaba muchas horas en mis épocas en Bank of America o en el Santander, pero conseguí tener momentos de desconexión. Ahora estoy todo el día pendiente de una cosa u otra. Soy disciplinado y me cuesta desconectar. Incluso cuando me tomo un rato libre, y me voy a comer con mi mujer y mis hijos, mi cabeza sigue dando vueltas a temas profesionales.

 

Vives en Nueva York desde hace casi diez años, ¿qué puedes compartir con nosotros de esta ciudad de extremos, que a unos cautiva y a otros causa estupor?

Para mí es tremendamente atractiva, es la ciudad más diversa que existe. A nadie le importa de dónde vienes ni a dónde vas, siempre que tengas algo que aportar. Es una ciudad inabarcable. Hay un dinamismo, una fuerza brutal en todos los sentidos. Considero que no hay ninguna otra con una oferta tan variada. Esto también tiene su lado oscuro, porque a veces puede provocar ansiedad, ya que nunca puedes llegar a todo. Es una ciudad durísima para vivir, muy competitiva, si no haces muy bien las cosas no tienes espacio y, además, es extremadamente cara. Hay que trabajar mucho y bien.

Pero también puedes optar por vivir en tu micro ciudad, dentro de NY, aprovechando todas sus ventajas y ajeno a sus dificultades. A excepción de Midtown, con su trasiego de negocios y turistas y del distrito financiero, el resto de Nueva York es un conjunto de pequeñas ciudades. Yo vivo en un edificio en el que somos once vecinos, la mayoría nos conocemos y nos saludamos, nos encontramos en los comercios del entorno, tengo la sensación de vivir en un pequeño y amable barrio multicultural.

Es una ciudad fascinante, multicultural, con una oferta extraordinaria.

 

¿Qué consideras que uno no se puede perder en una vista a Nueva York?

Es muy difícil elegir, porque NY es inabarcable. El mero hecho de pasear por la ciudad ya es un espectáculo. Además del recorrido por las calles, monumentos y parques conocidos, propongo unas cuantas opciones:

Financial District / Wall Street. La zona más antigua de Manhattan. Es muy interesante pasear por Pearl, Water, Broad, Stone, Williams and Wall Street. Visita obligada al Federal Hall (donde Washington juró como primer presidente de USA) y la bolsa (en la esquina de Broad y Wall). Aqui podeis ir a alguno de los bares más antiguos de la ciudad como «The dead Rabbit».

World Trade Center y memorial de los atentados del 11 de septiembre. Indispensable subir al One World Trade Center. Todo un espectáculo. Hacia el East River está el Ayuntamiento y el puente de Brooklyn, por el que se puede ir andando. Precioso paseo hasta Brooklyn.

SOHO. Mi barrio. Tiendas, galerías de arte, calles de adoquines y antiguos edificios de fábricas textiles convertidos en apartamentos. Muchos restaurantes y algún bar histórico como el Pegu Club, una de las coctelerías míticas de NY.

Meatpacking District. Restaurantes, bares y discoteca. Una de las zonas de marcha de la ciudad.

Lower East Side. Es una especie de Malasaña neoyorquina. Hay muchos bares y restaurantes. En 134 Elbrige Street está Attaboy. Un speakeasy legendario. Probablemente la mejor coctelería de NY. Es una puerta en la que no hay ninguna señal

Midtown. En la esquina de Quinta con 34 está el Empire Estate Building y un poco más arriba el Rockefeller Center (top of the Rock). Desde aquí hasta la calle 59 (donde empieza Central Park) es el corazón de la Quinta Avenida. En esta zona están la catedral de Saint Patrick, la Biblioteca Pública de NY y la Morgan Library (despacho original de J.P. Morgan) con una colección de arte y libros maravillosa.

Brooklyn Bridge y Brooklyn Heights. La forma más agradable es ir desde Manhattan (City Hall) y cruzar andando el puente para llegar a Brooklyn Heights, el barrio más elegante de Brooklyn y casi de todo NY y pasear por la Promenade con una fantástica vista de Manhattan y de la bahía. Mejor al atardecer con luz poniente. Al final de la Promenade está en la calle Montague que es la calle más típica de Brooklyn Heights, con tiendas y galerías de arte.

WILLIAMSBURG. Es otra zona de Brooklyn. En los últimos años se ha puesto muy de moda. Es el epicentro “hípster” de la ciudad. Gente joven, lleno de tiendecitas, bares pequeños, restaurantes… Hay uno en especial que me gusta mucho: Premiere Maison, en 298 Bedford Avenue. Está tal cual estaba hace 100 años. Happy hour de ostras de 4 a 7 de la tarde. Incluso sin happy hour los precios son razonables, para lo que es NY. La coctelería es excelente. Los fines de semana en Williamsburg hay un mercadillo al lado del East River.

A quien le guste la música: Lincoln Center (opera, la filarmónica de NY y el NY ballet) y el Carnegie Hall. Para jazz: Blue Note en la calle 3 y Dizzy jazz club en Columbus Circle.

Hay que patear la ciudad y perderse en ella. Hay sitios inimaginables.

 

Pues tras esta personal guía de Nueva York, no podemos dar por concluido este encuentro sin dejarnos llevar por alguna recomendación literaria, algo que nos ayude a comprender mejor el mundo o nos lo haga más amable, y que siempre nos enseñe.

Soy lector, pero reconozco que no un ávido lector. Sobre temas financieros pienso que hay que leer, entender y, en mi caso, rebatir la obra “Capital”, de Thomas Piketty, que habla de la desigualdad. No estoy en absoluto de acuerdo con sus planteamientos y postulados, pero te hace pensar, te obliga a reflexionar sobre ellos. Es realmente interesante.

Sobre este país y su historia me impresionó mucho “Jews without money”, de Michael Gold, es un imprescindible.

Cristina, mi mujer, hizo su tesis doctoral en literatura y, en ese ámbito, me dejo recomendar por ella. Hay una obra de ficción, una novela, que me impactó. Es Bomarzo de Manuel Mújica Lainez. Absolutamente increíble.

De lectura reciente destacaría la serie de Homo Deus, Homo Sapiens. No toda la obra tiene el mismo interés, pero hay páginas muy recomendables.

 

Un gran libro es aquel que se incorpora a nuestra vida, no la abandona nunca y la transforma. Los libros estimulan el funcionamiento de la mente, porque requieren un esfuerzo intelectual para convertir palabras en imágenes. Los libros establecen una especie de fraternidad entre los seres humanos, porque leyendo vemos que a pesar de que las diferencias entre las personas son grandes, por costumbres, por idiomas y condiciones, sin embargo, hay un denominador común que permite que nos emocionemos de igual manera y con las mismas historias. Son palabras de elogio a la lectura que hace el Premio Nobel Mario Vargas Llosa y que nosotros traemos a esta conversación con Joaquín. Sabemos la importancia que tienen las palabras, sus palabras, no queremos que se las lleve el viento, queremos que quede su eco entre nosotros, nos estimulen en nuestro recorrido vital y profesional. Para cada uno tendrán un significado, de ahí la vida secreta de las palabras. Pero no es éste un espacio para compartir secretos, aquí tratamos de conocer y de compartir experiencias de vida, con sus luces y sus sombras. En la certeza de que la experiencia de compañeros paulinos y su generosidad, compartiéndola con todos nosotros, nos sirva de referencia.

En Joaquín hemos encontrado a una persona que irradia equilibrio y estabilidad, que ha construido su vida con talante firme y trabajo diligente, y lo ha hecho con aplomo y visión lúcida. Vemos también que no ha estado solo, sus decisiones han contado siempre con el apoyo de su familia, pensando en ellos y para ellos.

Nos ha hecho sentir que es de esas personas que dan vitalidad y alas a quienes le rodean, y en su anhelo por ser diligente y ejercer una ciudadanía responsable, ofrece su experiencia y conocimientos al servicio de los demás.

Nosotros le escuchamos con interés, aprendemos de su sentido de la responsabilidad, y le agradecemos su entusiasmo y disposición para seguir colaborando en esta red Paulina.

Con Cristina, su entonces novia y hoy esposa, en una fiesta de fin de curso