Así es, somos amigos y también prologó y presentó mi segundo libro en el Círculo Ecuestre de Barcelona. Yo le conocí en mi época en el San Pablo, solía salir a correr y un día le vi en el Parque del Canal de Isabel II, con su planta y presencia le resulta imposible pasar desapercibido. Me puse a su altura y, literalmente, le asalté. Desde entonces tenemos muy buena relación. Es una bellísima persona, cercano y encantador. Dada su imagen puede dar la impresión de ser altivo o distante, pero nada más lejos de la realidad. Siempre me ha ayudado en lo que le he pedido, sin dudarlo y sin contraprestación alguna. Y, efectivamente, tiene un estilo especial en el vestir. Yo conozco su casa y tiene un gran armario, pero es que, además, se viste rápido y sus combinaciones arriesgadas siempre son un éxito.
El día de la presentación del libro en Barcelona llevaba una corbata llamativa de rombos con una camisa de rayas y un traje cruzado; una combinación más que arriesgada, que en cualquier otra persona podría quedar ridícula, pero que en él quedaba espectacular. Conoce perfectamente las normas del buen vestir y sabe cómo romperlas con estilo. Tiene ese don.
Me preguntan muchas veces si se puede aprender a ser elegante y estiloso. No tengo ninguna duda de que la elegancia se puede adquirir, sabiendo lo básico y acudiendo a un buen sastre y a un buen camisero; pero el estilo es otra cosa, se tiene o no se tiene. A la persona verdaderamente estilosa se la reconoce vistiendo de sport o de deporte, porque vestir bien de traje es relativamente sencillo. La persona elegante lo es en los movimientos, en las expresiones, en el trato.
Para mí Rafael es uno de los hombres más elegantes y estilosos de España, aunque los mejores armarios los tienen Alberto Cortina hijo y Juan Abelló. Porque sólo estamos hablando de trajes, pero la ropa de calidad se extiende también a la ropa de caza, abrigos o capas, jerséis o pijamas.
La homogeneidad actual en el vestir, que el mismo traje azul marino es utilizado para ir a la oficina, para una cena o para una boda, puede ser vista como algo impropio, pero también como una oportunidad. En estos tiempos de atonía, vestir con un poco de atrevimiento conlleva destacar sobremanera.
Háblanos de la sastrería artesanal, tan exclusiva que es sinónimo del lujo contemporáneo. Ahora lo habitual es la sastrería industrial, en la que te toman medidas para hacerte un traje personalizado, cortando la tela a mano, pero cosiéndola a máquina. ¿Qué diferencia existe con el producto de los sastres artesanos?
Es otra liga, otra historia, otro nivel de exquisitez. Es estupendo ir en un BMW, pero incomparable con la sensación de conducir un Bentley. En la sastrería industrial se personaliza informáticamente un patrón estándar a las particularidades de cada cuerpo. Te enseñan una primera versión del producto, que generalmente te queda un poco grande, para hacer un par de ajustes y entregártelo como trabajo terminado. Sin embargo, un verdadero sastre te estudia desde el momento en que te ve, analiza tu patrón y tus particularidades. Te mide la caída del hombro, las asimetrías propias…
Siempre digo que un traje es de tu talla si te lo has abrochado a las ocho de la mañana y has llegado a tu casa a las ocho de la tarde con el traje abrochado, porque no te has enterado de que lo llevas. Transmite naturalidad al andar, como si fuera un pijama. Además, tiene mucha más durabilidad. A mí nunca se me ha roto un traje artesanal, y no puedo decir lo mismo de los trajes de confección que he tenido, que han podido ser muy bonitos, pero han tenido mal final. Manteniéndote en un rango de peso razonablemente estable, un traje de sastre es una inversión para toda la vida. Incluso si algo se rompe o deteriora, el sastre artesanal vuelve a conseguir la misma tela y lo rehace. Es una inversión y es infinitamente más sostenible.
Lo mismo ocurre con la camisería artesanal, que cuesta más pero tiene un gran valor. Los cuellos no van termofijados sino con forro. Cuando me hago una camisa siempre la encargo con un juego de puños y cuello extra, que es lo que se deteriora antes. De este modo, pagando un poco más tienes una camisa mejor y más duradera. La camisería a medida acaba siendo barata. La inversión inicial es más alta, pero compensa con creces.
Henry Rolls, creador del Rolls Royce, decía que la calidad se recuerda después de haber olvidado el precio, y comparto plenamente su filosofía. El creador de Crockett & Jones defendía que creó su marca porque era demasiado pobre para permitirse tener zapatos baratos. Es evidente que los buenos, bien cuidados, lo aguantan todo y con el uso se convierten en más cómodos. Fijaos alguna vez en los zapatos del Príncipe Carlos, que tienen remiendos por todas partes.
Las marcas aprovechan ferias o mercados especiales para impulsar sus ventas, pensemos en el Black Friday o en los mismos outlets, hay voces que consideran que acaba siendo contraproducente, porque salvo para eventos puntuales en los que uno quiere innovar el vestuario, para el día a día disponemos de tanta ropa que carece de sentido adquirir prendas a precio de temporada a sabiendas de que en pocos meses vas a poder adquirirla a mitad de precio, incluso más barata. ¿qué opinión tienes de estas promociones?
Hay marcas que producen artículos destinados expresamente para la venta masiva esas fechas o momentos de rebajas. Pero ese es otro mercado y tiene su público. Ahora bien, las mejores marcas no hacen rebajas ni están en los outlets, pensad en Hermès o Goyard, estas casas prefieren tener excedentes a rebajar sus precios. Únicamente hay rebajas en los productos de consumo masivo.
Dada tu naturaleza polifacética y la diversificación que mantienes de tus habilidades, ¿has pensado alguna vez en iniciar o participar en algún negocio relacionado con la ropa, con los complementos o con la artesanía o la elegancia desde cualquier otra perspectiva?
Siempre que me hacen esta pregunta recomiendo no abrir nunca un negocio de ropa. Estoy convencido de que, si quieres arruinarte, el negocio más apropiado es abrir una tienda de corbatas, que están destinadas a la desaparición. El concepto de tienda de ropa que a mí me gustaría también estaría abocado al fracaso, porque muy pocos clientes pagan por la calidad, la gente paga diseño barato. Le es indiferente la durabilidad o la artesanía, el consumo es muy cortoplacista, igual que nuestra sociedad, en la que queremos todo y ahora. El pensar a largo plazo no está de moda en ninguno de los ámbitos de la vida.
Sabemos que la excelencia está en los detalles, y no podemos desaprovechar esta ocasión para pedirle a José María un apunte de tres complementos básicos en el vestir.
Zapatos: los italianos, con su habitual atrevimiento, dijeron “Brown is the new black”, y es un principio perfectamente válido. Es cierto que lo protocolario para los ingleses de los años 30 o 40 era el negro, no se podía entrar con zapato marrón en los clubes. Pero un marrón cercano al cognac o chocolate, con los tonos de trajes azules o grises, es perfectamente válido y muy elegante. Es cierto que el negro es más agradecido en cuanto que se puede llevar a cualquier hora del día, mientras que el marrón no debería calzarse tras la puesta de sol. Yo tengo muchos más zapatos marrones que negros ya que su versatilidad es mayor.
Los náuticos en ciudad no son estilosos. Nacieron para su uso en los puertos deportivos, y debería ceñirse a las actividades náuticas. Traerlos a la ciudad es como llevar chaquetas de cazar o pescar en la ciudad, es muy habitual e incluso parece natural, pero no es lo correcto.
Corbata: recomiendo sin duda el nudo four in hand. El Windsor es el más habitual, pero la elegancia está reñida con la simetría, requiere mucha más naturalidad. Hay que tratar de evitar resultar sobrecargado, igual que los pañuelos de bolsillo con picos o formas rebuscadas, que no me resultan elegantes. Un nudo bien hecho es una virguería, es importante que el hoyuelo quede bien, porque una corbata que caiga lisa es poco estilosa. Las buenas corbatas, de seda y de siete pliegues, que son muy difíciles de conseguir, verdaderamente artesanales, tienen una caída incomparable a las corbatas habituales. Es fundamental no planchar las corbatas y evitar las tintorerías, que son sus mayores enemigos.
Cinturón: los pantalones de traje son mucho más estilosos cuando no tienen cinturón, que corta la figura y hace que la figura sea menos estilizada. La figura fluye mucho más cuando los pantalones no llevan cinturón.
¿Cuál es tu secreto para conciliar todas tus facetas profesionales y artísticas? Tu trabajo de consultoría de imagen, los viajes, el deporte, la familia, tus hobbies, la lectura; nos confiesas que te apasiona “Crimen y castigo”, de Dostoievski y que lo relees de vez en cuando. ¿Cómo lo consigues?
Es muy complicado. Ayer tuve una cena con amigos y me quedé dormido. Mi mujer estará abajo y seguro que estará esperando a que bajemos para estar juntos un rato. Me ha generado una enorme satisfacción terminar el libro y liberarme de esa obligación, ha sido muy gratificante, porque he vivido mucho estrés. Todo lo que haces como obligación, por mucho que comience siendo un hobby, termina siendo estresante.
Mi secreto es aprovechar el tiempo. Paso dos semanas al mes viajando y aprovecho los vuelos y los tiempos de espera para escribir y leer, hace años que no veo películas en los aviones, que es una afición que me encanta. Madrugo los fines de semana, apenas veo la televisión y me he hecho más eficiente; antes tardaba un mínimo de seis horas en escribir los artículos para el periódico, ahora calculo que sólo necesito tres.
También he aprendido a decir que no, limito mis charlas y mis apariciones, y no me planteo volver a escribir otro libro. Pero es cierto que me cuesta, porque nunca sabes qué te va a deparar la vida, cuánto vas a necesitar una puerta que se te abre o incluso a dónde te va a llevar.
Conversando con José María se palpa que la elegancia y las buenas maneras no sólo no están reñidas con la eficiencia y la profesionalidad, al contrario, son complementos indispensables. Porque la elegancia no viene definida únicamente por la ropa que usas, está en cómo te expresas, de qué hablas, cómo te mueves, qué lees, cómo tratas a las personas que te rodean. La elegancia es un todo, lo que eres y cómo te muestras.
En palabras de Miuccia Prada, “lo que llevas es lo que te presenta al mundo”, especialmente hoy que el contacto humano es tan fugaz. La moda es un lenguaje instantáneo.
Y hay algo más, la ropa, los colores que utilizamos, los accesorios, influyen en nuestro estado de ánimo, y también son un reflejo de cómo nos sentimos. El aspecto no es sólo lo que proyectamos, también conforma nuestra personalidad. Para el Conde de Chesterfield, “el estilo es el ropaje del pensamiento”, y según Charles Dickens “cualquier persona puede estar de buen ánimo y temperamento cuando está bien vestido”.
En palabras de Karen Pine, “cuando nos vestimos igual que los demás nos sentimos menos responsables de nuestras acciones”. Vestir en serie puede ser un síntoma de aborregamiento de la sociedad, en el sentido literal del término, “convertir en vulgar a una persona, dejarla sin ideas, opiniones o iniciativas propias”.
En todo caso, el sector moda y belleza mueve miles de millones y da trabajo a miles de personas. No es un sector baladí. En 2017 la aportación del sector moda al PIB español fue de un 2,9%, más que el de todo el sector primario, agricultura, ganadería y pesca, que, según el INE fue, en el mismo periodo, del 2,6%.
Pero no podemos pensar sólo en clave de producción y riqueza, el sector debe regirse por una economía circular, que afronte el reto de la demanda, el uso responsable de materias primas, las condiciones de mano de obra y la gestión del impacto ambiental, logrando un equilibrio entre rentabilidad y sostenibilidad.
A ello puede contribuir, sin duda, la apuesta por la elegancia de José María, por la calidad, por la artesanía y la intemporalidad. Tenemos que aprender a cuidar la ropa, a amarla.
Desde estas reflexiones y de la mano de José María y de los pensamientos clásicos que él trae a sus libros, nos gustaría contribuir a cambiar de paradigma. La moda es el reflejo de la actual instantaneidad, del consumo compulsivo, del usar y tirar, de vivir el día a día sin pensar en el más allá, pero él nos recuerda que también existe la elegancia, el estilo, y que estos conforman nuestra personalidad y pueden dar transcendencia a nuestra vida, pueden hacer que nos sintamos diferentes. Para ello podemos seguir el consejo de Epicteto, que ya en el Siglo I aconsejaba que “primero nos tenemos que conocer y después vestirnos en consecuencia”.
Un placer, José María.